Paco León nos cuenta cómo surge Arde Madrid
El premiado actor, director y productor presenta Arde Madrid, la esperada serie sobre el Madrid de 1961 con la que incluso él ha redescubierto la ciudad.
El 8 de noviembre Movistar+ estrena Arde Madrid. En la serie, de ocho capítulos en blanco y negro, Paco León y Anna Rodríguez hacen las paces con una historia que había que contar.
Naces después de los 60 y en Triana, ¿cómo surge una historia ambientada en el Madrid de 1961?
Anna y yo estábamos buscando ideas para trabajar juntos en la televisión de pago porque, hace ya seis años, vislumbrábamos que iba a ser el sitio donde más cosas interesantes iban a pasar y donde iba a haber más oportunidades para crear en libertad. Nos contaron una anécdota graciosa: que en 1961 el General Perón era vecino de Ava Gardner en Madrid y, cuando ensayaba sus discursos, Ava le gritaba desde su balcón: “¡Perón, cabrón!, ¡Perón, maricón!”. Empezamos a documentarnos y vimos que hay una época desconocida y fascinante, una “Dolce Vita” madrileña que, como no había libertad de prensa ni paparazis, no se conoce.

¿Crees que Madrid sigue manteniendo ese toque de glamour?
Ese glamour de los años 60 y de Hollywood, no. Pero sí creo que Madrid es un destino de fiesta, con esa dolce vita desconocida que reproducimos en la serie, con la Movida en los 80... Hoy sigue siendo una ciudad muy divertida con muchas opciones de marcha y ocio.
Llevabas ya años afincado aquí. ¿Has redescubierto la ciudad a partir de Arde Madrid?
Si, llevo 12-13 años, los mismos que vivió Ava Gardner en Madrid (ríe). Hay muchísimos locales y sitios que son míticos y están prácticamente igual que en los 60. Desde el hotel Intercontinental hasta Chicote, tablaos como el Villa Rosa o churrerías como San Ginés y pastelerías como La Mallorquina, sitios que frecuentaba la actriz y siguen prácticamente igual. También restaurantes clásicos como El Landó o Casa Lucio. Son sitios míticos que siguen teniendo ese sabor auténtico que tiene Madrid, el de antaño, de poco postureo.
Es curioso que Arde Madrid relata precisamente esa otra cara que vivía la gente de a pie, en este caso el servicio doméstico. ¿Tiende la historia a olvidar esos otros relatos más reales?
Para ser fieles a la historia, había que contar esa parte. En uno de los libros que consultamos leímos que, en la época, había tres Madrides: el de los despachos donde se crean los estamentos o los ministerios, el de los pisitos que retrataba Berlanga de esa gente pobre que está sobreviviendo y el de los áticos, el de esa élite de artistas extranjeros y aristócratas que vivían en otro planeta. En la serie se reflejan bien esas tres partes: la versión femenina de Franco, la gente del servicio y la élite de Ava Gardner.

En los 60 estábamos en plena dictadura. ¿Con humor se cuentan mejor las historias más duras?
Para nosotros, la manera casi inevitable es utilizar la risa. La comedia nos parece el género más fácil para contar cosas de verdad. A través de la risa se pueden contar cosas muy gordas.
El General Perón y su mujer se exiliaron de Argentina y vinieron a Madrid. Si tuvieras que hacerlo, ¿dónde huirías tú?
A Argentina. Compartimos un idioma y una cultura muy similar con toda Latinoamérica. Yo cojo un avión y viajo a un lugar con una diferencia horaria de 14 horas y estoy en un sitio que, de repente, es parecidísimo a Madrid. Así es Buenos Aires. Pero también estoy muy cómodo en Bogotá o en Ciudad de México, me gusta mucho América Latina.
A la hora de encontrar historias, ¿viajar y conocer mundo te brindan inspiración?
Si, aunque tiendo a contar un poco lo que tengo más cerca. De hecho, las primeras películas eran de Sevilla. Kiki, el amor se hace es también muy madrileña porque vivo aquí. Viajar está bien también para conocer actores. Ver culturas diferentes inspira, claro, pero después yo prefiero eso de “habla de tu pueblo y serás universal”.

Perteneces a una generación de artistas que no conoce fronteras. La casa de las flores, donde participas, está siendo un éxito internacional, igual que hay series españolas llegando lejos. ¿Qué es lo mejor que da a los espectadores el intercambio cultural?
Hasta hace dos días era impensable que un producto local pudiera ser global. Esto es gracias a la calidad de las series de aquí, pero también a canales como Netflix. Esto permite trabajar en libertad, hacer una televisión de calidad y poder crear productos diferentes que no sean para televisión en abierto (que intenten agradar a todo el mundo). Además, tiene que haber un mercado latino potente y que haga la competencia al anglosajón y al gringo. Creo que hay mucho talento tanto en España como en Latinoamérica. Hay muchísimo público para ver productos en español como se ha demostrado en La casa de las flores, La casa de papel o Élite. De repente, un producto español se ve en el mundo entero.
Con la transformación digital y plataformas convertidas en productoras, ¿la televisión está ya a la altura del cine?
Creo que se han ido desdibujando los límites entre el cine y la televisión. Ahora hay televisión buenísima tanto por los actores como por la producción, y cine también. Y también hay otro malísimo…
Series como Juego de Tronos han hecho que mucha gente se interese por lugares como Sevilla, San Juan de Gaztelugatxe o Dubrovnik… ¿El cine o la televisión acercan lugares remotos a los espectadores?
Me parece que nosotros lo tenemos clarísimo. Es una pena que los ayuntamientos, los gobiernos y los propios lugares no lo tengan tan claro para fomentarlo mucho más. Todo el mundo conoce ciudades como Nueva York precisamente por el cine y las facilidades que dan para rodar allí. España es un sitio espectacular como plató porque hay de todo.
¿Falta ofrecer más facilidades necesarias para la producción?
Nos cuesta mucho. Parece que estamos pidiendo apoyo y en realidad es al revés. Tendrían que ser ellos los que vean que, por ejemplo, Arde Madrid es una serie que pretende verse fuera de España y que va a promocionar la ciudad de una manera muy concreta, con una ruta de Ava Gardner, que saben el impacto que tiene y es algo de interés turístico y cultural.

Si al terminar esta entrevista, te estuviera esperando un avión de Iberia para llevarte a un destino que hayas visto en la pantalla. ¿Dónde irías? ¿En qué película?
Algo de oriente, como el Japón de Lost in Translation.
Imágenes de Jorge Fuembuena