Escapadas rurales a Mallorca
Si en enero y febrero las zonas altas de Mallorca se tiñen de blanco con los almendros en flor y alguna nevada ocasional, el verde es protagonista en marzo y abril. Con días cada vez más largos y un ritmo de vida muy tranquilo, Mallorca invita a relajarse y a perderse por su naturaleza, ya sea en la Sierra de Tramontana, en calas casi desiertas o descubriendo el agroturismo en el interior de la isla.
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1 Turismo activo en la Tramuntana
Con 100km de longitud, la Sierra de Tramontana es la zona de más altura de Mallorca (su punto más elevado, el Puig Mayor, alcanza los 1.445m). Con abundantes cañones, simas y barrancos, es el lugar favorito de los amantes del turismo de aventura, que vienen a practicar escalada, barranquismo o espeleología, además de sus muy populares rutas de senderismo. Marzo y abril, con abundantes lluvias, son los meses ideales para descubrir estos barrancos y cañones. El de Sa Fosca, no apto para principiantes, comunica el embalse del Gorge Blau con el Torrente de Pareis, declarado Monumento Natural y con paredes verticales de 300m.
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2 Degustando sus vinos en una cata
Desde que el cultivo de la viña fuera introducido en la isla en la época de los romanos, Mallorca no ha dejado de producir vinos, muy apreciados por sus notas terrosas distintivas y la originalidad de algunas de sus uvas autóctonas. Además de dos Denominaciones de Origen (Binissalem y Pla i Levant), Mallorca cuenta con más de 70 bodegas, algunas de las cuales se pueden visitar en una completa Ruta del Vino.
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3 Calas casi desiertas
Quien conoce Mallorca a fondo sabe que la primavera es ideal para desconectar en sus calas, desbordadas cada verano, pero prácticamente vacías de visitantes estos meses. Al sur de la isla, en el Parque Natural de Mondragó (con acantilados y frondosa vegetación de pino mediterráneo), están Sa Marador y Cala Mondragó, dos idílicas calas en las que el azul turquesa del mar contrasta con el blanco de los veleros que suelen fondear aquí. Al noroeste de la isla, en el municipio de Calviá, está otra cala donde el color del mar también hipnotiza a los visitantes: Portals Vells. El espacio con arena es limitado, por lo que te recomendamos sentarte a contemplar el paisaje en los salientes rocosos que separan a Portals Vells de la cercana Cala del Mago.
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4 Descubriendo el agroturismo
Tradicionalmente vinculado a la agricultura y la ganadería, el interior de la isla ha visto proliferar en los últimos años los negocios de agroturismo. Esta modalidad de turismo rural ofrece a los visitantes el contacto con la cultura y la actividad agraria tradicional, como el cultivo de la vid, cítricos o aceite de oliva. Para descubrir la producción de este último, la Finca Comassema, ubicada en la Tramontana, ofrece visitas guiadas para descubrir cómo elaboran su propio aceite. Y más al este, en Manacor, está Son Amoixa Vell, una finca señorial del siglo XVI restaurada para ofrecer a los visitantes más sibaritas una refinada reinterpretación de platos de la gastronomía local en pleno campo mallorquín.