Cuatro platos esenciales para degustar en Barcelona
La gastronomía catalana cuenta con una gran variedad de recetas tradicionales reconocidas mundialmente, y en Barcelona —adonde puedes volar desde 9.000 Avios— todas se nutren de productos procedentes de su mar y sus huertas.
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1 Pa amb tomàquet, que no pan tumaca
El pan con tomate ya es un habitual en casi todas las ciudades de la geografía española. Invento catalán, más que un plato, es un signo de identidad. Hay varias teorías sobre su origen, pero todas coinciden en que surgió para ablandar el pan de unos días. Puede parecer un plato simple, pero tiene sus claves: el pan más apropiado es el Payés y debe estar tostado; los tomates maduros en verano y de ramillete en inverno; y el aceite de oliva tiene que ser virgen extra.
Els Quatre Gats, un restaurante de toda la vida, que frecuentaban artistas como Picasso o Dalí, prepara uno de los mejores pa amb tomàquet. Su gran secreto: para esparcir correctamente la sal, se pone sobre la rebanada de pan y después se frota con el tomate.
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2 Los calçots en familia
Las calçotadas son un clásico del invierno catalán. Aunque su origen está en Valls, Tarragona, la tradición de esta reunión de amigos y familiares para comer las cebollas alargadas a la parrilla se ha extendido por toda la comunidad y por el resto de España. Se cocinan directamente en el fuego, algo que deja el exterior calcinado pero un interior muy jugoso, y después se aprovechan las brasas para cocinar otras carnes y longanizas.
Can Travi Nou, una auténtica masía del siglo XVII en pleno Barcelona, ofrece dos menús distintos de calçotadas —el más económico cuesta unos 40€— y conserva a su público de toda la vida.
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3 La crema catalana: el postre del Día del Padre
Este dulce con una base de crema pastelera antaño se comía sólo el 19 de marzo. Por eso se conoce también como crema de San Josep. Hoy es un postre tan popular que hay también un helado típico de crema catalana, es sabor de turrones en Navidad e, incluso, tiene su propio licor. Cuando no se usa como relleno para otros pasteles y bollos como ensaimadas, cocas o tortells, lleva una crujiente capa de azúcar caramelizado flambeada.
En Barcelona las cafeterías se llaman granjas, nombre que tiene su origen en las antiguas vaquerías. Granja Dulcinea es mítico en la ciudad para los lamineros y, desde 1941, elabora la crema catalana siempre quemando el azúcar con un hierro candente, el método tradicional.
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4 Botifarra amb moneguetes protagoniza los menús de las masías catalanas
Este plato típico de las masías del siglo XIX puede ser único o acompañar a una buena calçotada. Las judías llegaron a la gastronomía catalana desde América, pero fue cuatro siglos más tarde cuando empezaron a brillar en las primeras recetas. Aunque hoy en día existen muchas variaciones, el primer paso siempre es cocer las judías —después de haber estado en remojo la noche anterior—, para luego freír las butifarras y, en esa misma grasa que han soltado, saltear las judías.
En Can Culleretes, a orillas de La Rambla, además de degustar la Botifarra amb moneguetes a la carta, se puede solicitar el menú de la familia Agut-Manubens, un especial repleto de clásicos de la gastronomía local.