Ana Locking diseña un camino distinto
A punto de presentar su nueva colección, la ganadora del último Premio Nacional de Diseño de Moda nos habla de la creatividad más allá de las tendencias, la independencia, los riesgos y la honestidad.
¿Qué momento crees que vive la moda española?
Es un momento complicado, pero nunca lo hemos tenido fácil los creadores de moda en España. La pandemia ha recolocado las piezas en el tablero y debemos saber cuál es nuestra posición y cuales son nuestros mayores baluartes como país, y esos son la cultura y la artesanía. Hace poco leía “La moda crea cultura y la cultura crea acción”. Para mí, la moda de autor debe estar ligada a una forma de activismo, ya sea expresando disentimiento o apoyo, ya sea hacia causas ambientales, humanitarias, sociales o políticas.
Creo firmemente que estamos en un momento en el que no se debe frivolizar, sino que la creatividad en general y la industria de la moda en particular deben estar en consonancia con lo que está sucediendo a nivel global. Esto es algo que ya se apuntaba antes de la pandemia, pero efectivamente la crisis sanitaria ha acelerado el proceso inicial mediante el cual la moda en todas sus facetas –tanto en la creación de prendas como en la de imágenes– se ha de involucrar más allá de su propia estética y belleza, creando un discurso honesto y comprometido. Por otro lado estamos en un momento en el que la artesanía y la innovación se han de dar la mano potenciando el patrimonio cultural de nuestro país, y hemos de saber ligarlo íntimamente con la contemporaneidad para darle un mayor alcance en el tiempo.
¿Qué ha inspirado tu nueva propuesta?
Esta nueva colección se ubica en un momento muy especial para mi. Solo puedo adelantar su nombre: “Paranormal”. En ese título ya hay mucha información adherida, tanto como en contexto propio como en uno más generalista con respecto a lo que ha sucedido en el mundo, que ha pasado por circunstancias casi paranormales: hemos sufrido una situación de desubicación que no hemos tenido mas remedio que aceptar y sobrellevar de la mejor forma posible. “Paranormal” es una manera de lidiar con lo improbable y salir airoso. Aunque las circunstancias vengan en contra, siempre habrá algo por lo que merezca luchar.
Ser fiel a ti misma ha sido una constante en tu trayectoria. Cuando miras atrás, ¿qué te ha dado y qué te ha quitado la independencia?
La libertad es el mayor baluarte que puede tener el ser humano. Ser autónoma y no tener dependencia de terceros me ha dado la libertad creativa, emocional y comercial que no habría podido conseguir de otra manera. Obviamente, pertenecer a un gran grupo textil o tener un socio financiero potente te da un músculo para poder crecer exponencialmente, pero ese crecimiento no tiene por qué ir ligado a la felicidad cuando sólo se busca una rentabilidad y un crecimiento económico anual respecto al del año anterior. El sistema de valor central de mi marca es la creación honesta y sincera, libre de imposiciones comerciales. La conectividad con una manera de arte y las emociones resultantes de este proceso que enlazan con el público de una manera muy especial, y eso es muy complicado de conseguir cuando tienes una espada de Damocles a nivel comercial sobre tu cabeza. Cada firma tendrá su propia manera de defender sus valores de marca, pero yo continuaré apostando por un estilo emocionalmente inteligente, que se deleite en la estética sin hacernos anhelar comprar constantemente ni en la necesidad incontenible de poseer.

Algunas de tus colecciones han tenido referencias a lugares, como los paisajes americanos. ¿Qué sitios te inspiran más?
Aquellos con una fuerte carga de identidad, ya sea porque tienen una potente historia detrás o por tener una fuerte presencia de la naturaleza imponiéndose sobre cualquier tipo de orden o razón humana. Alguno de los paisajes que más me han impresionado en Estados Unidos son el Sequoia National Forest –abrazar la inmensidad del tronco de una sequoia te hace sentir el poder de la vida a través de los años y su fortaleza, algo quizá muy contrario a lo que es la vida humana–, y la cuenca del Badwater en el Death Valley. De allí recuerdo respirar y sentir el calor que casi quemaba las pestañas –es uno de los lugares mas calurosos y más bajo sobre el nivel del mar del planeta–. La sensación era casi irreal, como de otro planeta.
Has mostrado tus diseños en capitales de la moda como Nueva York. ¿Es viajar una de las cosas que más has echado de menos en los últimos dos años?
Si, por supuesto, viajar, cambiar de entorno supone siempre un aprendizaje que hace que evoluciones como persona. La manera de enfrentarse al viaje de una forma completamente abierta genera nuevos descubrimientos, lo cual aporta nuevas experiencias y todo aquello que aporte nuevas sensaciones y sentimientos desconocidos anteriormente a uno mismo son la mayor riqueza que como humanos podemos tener.
¿Hay algún destino al que no te cansas de volver?
A Berlín. Suelo ir unas semanas todos los años, me gusta la fuerza dramática de esa ciudad, su cultura underground arraigada a través de los últimos 50 años, su influencia en la música y el arte que son innegables y la emoción de descubrir nuevos lugares que subvierten todo tipo de estereotipos turísticos y sociales. Se ha convertido como en un segundo hogar.
Pasar un cáncer (y en medio de una pandemia) ha reforzado tu activismo. ¿Pero cómo te ha transformado también en lo profesional?
Me he vuelto mucho más reflexiva, estoy cambiando los tiempos de maduración de las ideas y de desarrollo de las mismas. No creo que actualmente la sociedad y los consumidores necesiten que los creadores de moda saquemos cuatro o más colecciones al año. Personalmente, quiero tener más tiempo para disfrutar de lo que hago y de la gente que me rodea, cambiar el ritmo frenético de la moda hacia otro más sensato, en el que (como en el arte) se pueda abrir un proceso de introspección más largo para que el resultado sean prendas más simbólicas y comprometidas, tanto con la idea como con lo social y medioambiental.
El pasado 2020, pese a lo mal que se fue desarrollando inicialmente, me terminó sorprendido tan favorablemente que mi espíritu aún no se ha recuperado de esa montaña rusa de colapso y recuperación. Me ocurrieron cosas malas, como al resto de la humanidad, pero por suerte también otras muy buenas como ser galardonada con el Premio Nacional de Diseño de Moda, hacer mi primer comisariado de Moda para CentroCentro en el Ayuntamiento de Madrid o entrar como jurado en “Drag Race España”, un programa del que siempre he sido muy fan y del que es un honor formar parte.

Después de ser reconocida con el Premio Nacional de Diseño de Moda, ¿hay más seguridad o aumenta la presión?
La seguridad es un sentimiento engañoso que no te hace avanzar, sino todo lo contrario. Te hace quedarte como estás y te obliga a no tomar riesgos. Yo llevo toda mi vida tomando riesgos y saltando al vacío, y el Premio Nacional lo que me ha demostrado es que esa valentía tiene su recompensa. Ha sido una confirmación al trabajo duro, coherente y en tantas ocasiones solitario en cuanto a mi manera de entender la moda, siempre como un vehículo de expresión, de búsqueda y –cómo no– también de autoafirmación. La presión siempre ha estado y siempre estará, eso es inevitable y es bueno que esté. La seguridad se la dejo a los conformistas ya que en la vida no hay que dar nada por sentado y menos en el camino creativo. Yo seguiré saltando al vacío con mayor o menor fortuna, pero es que no sé hacerlo de otra forma.
Una de tus cualidades, que resaltaba el galardón, es haber reflejado siempre cuestiones de género, inclusión y diversidad en tu mensaje. ¿Hacia dónde va la moda en ese sentido? ¿Llegaremos a ver una moda completamente unisex y sin “etiquetas”?
Creo que la moda ha de personificar una nueva sensibilidad menos prejuiciosa, una forma de entenderla y disfrutarla de manera más sincera y honesta, una moda que se ponga al servicio de quien realmente quieras ser en cada momento y no de quien socialmente se te impone que tienes que ser o parecer. Para mí no es una cuestión del tipo de mujer u hombre que la sociedad de forma estereotipada te marque, sino de derechos y libertades en un mundo nuevo y valiente. Los diferentes roles de género siempre han existido, pero la sociedad no ha sabido reconocerlos o simplemente no se les ha querido dar un nombre, o se les ha dado pero de forma despectiva. Actualmente se está avanzando en ese camino: ya no se habla sólo de hombre o mujer, sino que hay no binarios, fluid, variantes, agéneros, etc… La sociedad y la moda en particular han de adaptarse y tener un discurso en paralelo que vaya acorde a todas las diferentes sensibilidades. Si el universo se expande, el resto debemos hacer lo mismo.
“Drag Race” (donde eres jurado) celebra esa visión, pero también la espectacularidad, algo muy característico de tus desfiles. ¿Piensas que el proyecto tendrá algún efecto en las performances de tus shows?
Cada colección es producto de un contexto, cuenta una historia y requiere una fórmula expresiva. Pero te puedo decir que desde que descubrí la escena Ballroom y su universo en equilibrio entre la autoafirmación de los múltiples “Yo” que cada uno tenemos, la rebelión de su disidencia y el desafío que supone para uno mismo y de cara a la sociedad, entendí que la cultura Queer era mucho más que el hecho de jugar con los roles de género y la transformación de lo masculino en los estereotipos de lo femenino. Pero es cierto que el nivel de espectacularidad de ambas culturas, que a su vez se unen en muchos puntos, son una gran influencia para mí, y así lo reflejé en la colección del verano de 2019 “Realness”.
Posiblemente veremos más espectacularidad en las prendas de mis futuras colecciones. En cuanto al elemento performático del show habrá que esperar a que podamos volver a hacerlos con todo el público que a nosotros nos gusta, e incluir como siempre hacemos una parte subversiva en la forma de presentar.
¿Cómo quieres terminar 2021?
Con mis amigos más queridos, sintiendo que estamos en la misma página, disfrutando unos de los otros y exprimiendo cada momento que la vida nos regale. Lo importante es ser feliz.