Marrakech a través de sus seis museos más sugerentes
Marrakech se ha convertido durante los últimos años en una de las ciudades del mundo más sorprendentes y curiosas por su oferta de museos. A los tradicionales museos de Arte Islámico, de la ciudad de Marrakech o al Dar Si Saïd de arte marroquí se han sumado propuestas como la Casa de la Fotografía, el museo del diseñador Yves Saint Laurent e incluso un museo bautizado rimbombantemente como Museo por la Civilización del Agua. Propuestas, todas, sugerentes para conocer otras caras de la ciudad y sus pasados, desde el más remoto al reciente.
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1 Casa de la Fotografía
Situado en el centro de la medina de la ciudad, este museo tiene, más que de máquina fotográfica, algo de máquina del tiempo. A través de su colección, formada por más de 10.000 fotografías, placas antiguas fotográficas y documentos, se viaja al Marruecos de final del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. A ese país que diplomáticos y exploradores como Henri de La Martiniére descubrían y fotografiaban, cuyos paisajes atrapaban a fotógrafos como Jacques Belin y cuyos habitantes fascinaban a otros como el alemán Adolf de Meyer. Sus trabajos se pueden contemplar en la exposición permanente del museo, así como también el de numerosos fotógrafos anónimos que durante décadas captaron la realidad y la evolución de la ciudad y del país. Fundada en 2009, la Casa de la Fotografía es el empeño personal de sus mecenas, Patrick Manac’h y Hamid Mergani, por reunir una de las mejores colecciones de fotografía sobre el país.
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2 Museo Orientalista
El pintor catalán Mariano Fortuny pintó entre 1862 y 1864 un gran lienzo con la histórica batalla de Tetuán que había sucedido sólo dos años antes. Aquella obra inspiró a muchos artistas. Entre ellos, a Salvador Dalí, que realizaría muchos años después su propia versión de la batalla. En óleo, como Fortuny. Pero también en acuarela. Esta segunda obra se encuentra hoy expuesta en el Museo Orientalista, un precioso riad de finales del siglo XVII en la medina rehabilitado con extremo gusto y cuidado para albergar esta colección privada de pintura, cerámicas, entre las que destacan las de Fez del siglo XVII, artesanía y joyas de plata bereberes. Entre las piezas destacadas, esa acuarela de Dalí. Pero también obras de artistas como Delacroix, Jacques Majorelle o Lord Weeks. Artistas occidentales que, cautivados por el exotismo marroquí, quisieron plasmarlo en sus lienzos y convertirlo en inspiración de sus trabajos. Como guinda a la visita hay que subir a la terraza del museo, desde la que se contempla la medina y el paisaje de montañas del Atlas al fondo de la ciudad.
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3 Museo de Yves Saint Laurent
Yves Saint Laurent ya tenía un museo en París. Su legado lo merecía. Fue uno de los diseñadores que revolucionaron la moda en el siglo XX y crearon la alta costura. Un icono cuya influencia sigue hoy vigente en los nuevos diseñadores. Pero París, donde vivió y triunfó y dónde murió en 2008, no era su única ciudad. Saint Laurent llegó a Marrakech en 1966 junto a su eterno compañero Pierre Bergé y se enamoró de la ciudad. Aquel mismo año compraron su primera casa en la medina. Desde entonces Marrakech fue refugio suyo y fuente de inspiración inagotable para sus diseños. Todo eso, su historia de amor con la ciudad, su paso por ésta y, sobre todo, sus creaciones, pueden verse en este museo que abrió sus puertas casi una década después de su muerte. Más de 400 metros cuadrados de sala de exposiciones con una colección permanente de sus trabajos, pero también con exposiciones temporales, una librería especializada de más de 5.000 volúmenes, auditorio y café. El universo marroquí de Saint Laurent condensado y bullicioso, como siempre fue.
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4 Museo Dar el Bacha
Dar el Bacha es un museo y no lo es. Lo es, porque en su interior se organizan exposiciones sobre el arte y la cultura marroquí, así como muestras también de la importancia del islam y de la historia de esta religión e incluso de la relación de ésta con las otras grandes religiones monoteístas, cristianismo y judaísmo. Pero al mismo tiempo no lo es porque al atravesar sus puertas uno puede olvidar su contenido para quedarse abstraído por su continente. Dar el Bacha, hoy bautizado Museo de las Confluencias, inaugurado en 2017, es sin duda uno de los edificios más bellos de la ciudad. Construido en 1910, este palacio fue la residencia oficial de Thami El Glaoui, pachá de Marrakech, la máxima autoridad del sur de Marruecos bajo dominio francés, durante casi medio siglo. Hoy la antigua residencia se ha reformado para exhibir de nuevo su antiguo esplendor: su jardín de fuentes y naranjos, sus puertas de cedro tallado, su hamam, sus suelos ajedrezados de mármol, sus columnas decoradas… Situado en la medina, Dar el Bacha es una invitación a imaginar cómo vivía allí El Glaoui y cómo sería aquello, como dice el dicho, de vivir como un pachá.
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5 Museo de la Música
De la música marroquí y africana nace, en parte, la española, sobre todo la andaluza. Esas raíces, así como las diferentes músicas y culturas de marruecos, desde la bereber al Sáhara más profundo, se exhiben en el Museo de la Música, probablemente el museo más sensorial de la ciudad. En este edificio del siglo XVI en la medina, con terraza con vistas al Atlas, salones decorados con estuco y habitaciones de ebanistería tallada, no sólo se exponen los instrumentos que dan vida a esos sonidos y ritmos, bongos, xilófonos o instrumentos tradicionales de cuerda, sino que también pueden escucharse. Además de las exposiciones temporales que se realizan dedicadas desde a corrientes musicales históricas africanas como a las figuras de músicos marroquíes que han influenciado la música más popular durante las últimas décadas, también se organizan conciertos varios días a la semana. Porque la música, como saben en este museo abierto en 2014, como sabemos todos, no es para verla, sino para sentirla.
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6 Museo por la Civilización del Agua
Es uno de los últimos museos que ha abierto (en 2017) en la ciudad. También uno de los más insólitos. El llamado Museo Mohamed VI por la Civilización del Agua parece una combinación de museos de historia, antropología y ciencia, porque algo de todas esas disciplinas tiene. Está dedicado, cómo no, al agua, como elemento sobre el que se sustenta la vida, pero sobre todo a la gestión del agua que durante su historia a hecho Marruecos y a la importancia que ésta tiene culturalmente también para el país. A través de sus instalaciones se conoce el patrimonio hídrico del país, la influencia del agua en la cultura y vida marroquí y la historia de la ingeniería hidráulica en Marruecos. Sumergirse en el agua y su historia en el país, en definitiva, para comprender mejor su importancia y, sobre todo, no olvidar el cuidado que merece como bien escaso. Ya lo dice el Corán, en el verso que da sentido al museo: “Toda cosa viviente se creó a partir del agua”.