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Por:

Carmen Linares, una leyenda del flamenco

Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 por una carrera que la ha convertido en leyenda y que ella plasma en “40 años de flamenco”, el espectáculo con el que está recorriendo España, la cantaora sigue disfrutando de los escenarios como el primer día.

Imágenes de Ben Roberts

¿Es posible plasmar 40 años de carrera en un espectáculo?
Es muy difícil, y casi son 50 porque yo estuve 10 años cantando para el baile. Titulamos el espectáculo “40 años de flamenco” por el tiempo desde que comencé como solista, dirigiendo mi carrera, porque en el baile estás más dirigida. He incluido temas de la Antología de la mujer, que ha sido un trabajo muy importante mío: fui la primera mujer en hacer una antología y era la primera dedicada a los cantes creados por mujeres, plasmada por una mujer joven, con guitarristas de hoy y que continúa vigente.

Ese disco marcó un antes y un después en la historia del flamenco. ¿Tú eras consciente de la trascendencia que iba a tener?
No, yo hice esa antología con todo el cariño y la precisión, para que respondiera a lo que quería decir, pero no lo imaginaba entonces. Eran cantes creados o recreados por mujeres, alguno tan especial como una bulería que hacía la madre de Camarón, que nadie había grabado y me pareció muy personal al escucharla. Hicimos el proyecto con mucha seriedad, intentando ser lo más objetivos posible y aportando muchas cosas, con mucha documentación, de la que se encargó mi marido, Miguel Espín, y la producción de Gamboa. 

Incluyes también en este espectáculo tus trabajos con poetas como Lorca, Juan Ramón Jiménez y Miguel Hernández. ¿cantarlos es una forma de redescubrirlos?
Sí, yo conocía a Miguel Hernández, por ejemplo, pero cuando empecé a trabajar con su obra me di cuenta de que lo conocía muy poco. Me gustaban sus poemas y esa forma muy real y terrenal de haberlo vivido todo en primera persona. Y, después de leer su vida, ver documentales y cantarlo, además de admirarle como poeta, también lo admiro como ser humano. Se vuelve alguien tuyo, personal, de tu casa, y eso te permite tratar sus textos sin que pierdan la esencia, porque nosotros nos ponemos al servicio de esos poemas. 

Con todos los caminos que has abierto y todo lo que has aprendido, cuando miras atrás, ¿qué queda en ti de la Carmen que empezaba?
Queda la ilusión. Aunque lo veo todo diferente -cuando eres una niña, cantas porque te gusta; y ahora mi vida es el flamenco-. Yo siempre he tenido una vida en paralelo, rica en otras cosas, que me ha venido muy bien. ¿Cómo vas a cantar igual cuando tienes hijos y cuando no los tienes, por ejemplo? Si es que cambia tu persona, conoces un sentimiento nuevo, el amor de madre, que nunca lo había experimentado y es muy fuerte: te anula, no hay nada más importante que lo niños (ríe). Te pasan cosas que se reflejan en lo que cantas y yo he intentado equilibrar mi vida, ser madre, tener hijos, estar con mis padres y cuidarlos…

¿Piensas que te has podido perder algo?
No, habrá cosas que no he podido hacer, pero cuando no haces lo que sientes es cuando te puedes arrepentir luego. Yo siempre me guío por el corazón, doy mucha importancia a la familia y a las relaciones personales, y se puede dedicar también mucho tiempo al arte, que es necesario para hacer una carrera en condiciones. A lo mejor te quitas de otras cosas, quizás me hubiera gustado tener más tiempo para ir al teatro, al cine… Pero he tenido la suerte de tener mucha ayuda y mucha comprensión alrededor. He tenido un marido maravilloso que, desde que nos conocimos, siempre le ha dado muchísima importancia a lo que hago y me ha ayudado en mi carrera, no solo con los niños. Ha sido documentalista de la Antología, es un profesional de la televisión que ha hecho muchos programas de flamenco y es un gran entendido. Y tener a tu lado una persona así es una suerte. Y en mis comienzos tuve a mi padre, que tocaba la guitarra como aficionado -él tenía su trabajo- y estaba encantado con que su hija cantara flamenco.

¿Tener ese apoyo era algo excepcional en esa época? Tú eres la voz femenina de una generación de hombres (Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente, Pepe Habichuela…). ¿Había hace 40 años menos espacio para la mujer en el cante?
De mi generación, a María Vargas por ejemplo su familia también la apoyó. Pero en líneas generales, de mi edad éramos muy poquitas. Yo era de las más jovencitas -estaban Fernanda y Bernarda de Utrera, La Paquera, La Perla de Cádiz… ¡mujeres extraordinarias!- y pienso que muchas mujeres se quedaron en el camino, cosa que ahora afortunadamente no pasa. Es muy difícil que a una niña de hoy, si no le dejan hacer algo, no se rebele.

“Pienso que muchas mujeres se quedaron en el camino, cosa que ahora afortunadamente no pasa”

Has llenado auditorios en capitales como Nueva York, Londres o París. ¿Es diferente la manera en que ese público internacional conecta con el flamenco?
Lógicamente hablar español y entender los poemas ayuda, pero eso no se limita solo a Andalucía. Mañana por ejemplo voy a Tudela, al festival Flamenco On Fire, en Navarra, y allí también se aprecia mucho el flamenco. Cuanto más sepa el público de flamenco, más lo disfruta, pero en Nueva York por ejemplo, la última vez que estuvimos, llevando el espectáculo con Arcángel y Marina Heredia, hubo una ovación tremenda. Mi marido y mis hijos, que vinieron, estaban encantados de ver la emoción de la gente. La personalidad y la fuerza del flamenco llegan al corazón. 

Recorres con estos “40 años de flamenco” toda la geografía, con ciudades y pueblos que a priori uno no relacionaría tanto con el género.
He estado en Flamenco On Fire varios años y he ido mucho al Teatro Gayarre de Pamplona, donde hay mucha afición, y a la casa de Andalucía con Juan Habichuela y con mi espectáculo Un ramito de Locura, junto a Gerardo Núñez. El festival ahora cuenta con mucho apoyo, algo importantísimo para poder traer a los mejores artistas, pero nosotros íbamos mucho allí, incluso cuando había poco presupuesto y luego la gente lo apreciaba mucho. Hemos plantado muchas semillas por el género en Navarra, Euskadi, Galicia y toda España.

Has sido una gran influencia para artistas, desde Estrella Morente a Miguel Poveda o Pitingo, que han sido artistas invitados en recitales de este espectáculo. ¿Cómo ves a esta generación?
Esos artistas que has nombrado son extraordinarios, están ahora en la cúspide y han desarrollado su propia personalidad. Demuestran que el flamenco está vivo, que no se queda estancado en una forma de hacer. Todas las generaciones hemos avanzado y evolucionado con los tiempos que nos han tocado vivir. No sé si veré a los nuevos que vengan dentro de muchos años, no sé cómo se comunicarán o qué tipo de flamenco harán, pero seguramente será también distinto y, si va con el tiempo y la gente lo recibe y lo ama, bienvenido sea.

¿Qué se siente cuando te dan un premio como el Princesa de Asturias de las Artes?
Es una gran satisfacción: todos los premios son un reconocimiento a tu carrera, pero este lo es también al flamenco -solo Paco de Lucía lo había recibido, merecidísimo por ser un estandarte para el flamenco-. Que se valore en esta ocasión el cante y la danza a través de María Pagés y de mí, me hace sentir muy honrada y agradecida, contentísima de que la música que amo tanto y ha marcado mi vida esté presente en unos galardones tan importantes.  

¿Todavía tienes nervios al subir al escenario?
Eso nunca se quita, y no es algo que se diga por decir. Yo lo digo personalmente, pero cuando estoy con otros compañeros, todos se ponen nerviosos. 

¿Tienes algún ritual antes de salir?
Solo intento estar tranquila un tiempo. Ya arreglada, maquillada y con el micro puesto, me gusta tener un momento para mí y, aunque hemos ensayado mucho, concentrarme en lo que voy a hacer.

Y después del espectáculo, ¿cómo bajas toda esa energía?
Estamos todos nerviosos aún. Si no ha salido como nos gusta, decimos: “somos seres humanos y lo hemos intentado”. Pero si se han dado las condiciones para que haya sido mágico y se produzca ese duende, esa conexión con tus músicos, bajamos y alguien grita “¡una cerveza!”, (ríe). Te relajas y empiezas a comentar “oye, qué bonito lo que has hecho aquí, has hecho algo nuevo”, y otro: “claro, es que te he seguido a ti porque tú…”. Cuando estoy sola con mis músicos y técnicos, nos vamos todos a cenar, charlar, reírnos y convivir, porque somos como una familia… Si es un festival y hay otros artistas, amigos, vamos juntos y surge algo y alguien se pone a cantar. Pero la cervecita de después de actuar es la que mejor te sabe.