Hablamos del futuro de la aviación con Teresa Parejo, directora de Sostenibilidad de Iberia
Iberia es la segunda aerolínea del mundo en reducción de emisiones CO2 en vuelos de largo radio. ¿Cómo se logra un hito así?
De un tiempo a esta parte, en Iberia se decidió prescindir de los aviones menos eficientes, los A340, aviones de 4 motores que consumían más combustible y, por tanto, emitían más CO2. Esa decisión y otras que se han reforzado en los últimos años han permitido el éxito de la eficiencia de nuestras operaciones, medidas en gramos de CO2 por pasajeros. Pero no estamos satisfechos solo con eso: sabemos que este es un proceso de renovación constante y que los retos que tenemos por delante son enormes y suponen un esfuerzo intelectual y económico para la compañía, por lo que seguimos tremendamente comprometidos con el objetivo último, que es la descarbonización de la aviación.
Dentro de este proceso, ¿es posible lograr emisiones netas 0 en el año 2050?
Sí, es un objetivo que tenemos que asumir todas las empresas y gobiernos a nivel internacional, porque así lo establecen los tratados internacionales y el Green Deal europeo, que incluye un paquete regulatorio que nos afecta directamente desde 2025 para limitar el aumento de la temperatura media global en 1.5 grados al final de este siglo y evitar así los peores efectos del cambio climático. Para la aviación es más complejo que para otros sectores, que pueden electrificar su actividad ligándola a las energías renovables, pero es nuestra meta. En este sentido, IAG fue el primer grupo de aviación en comprometerse a lograr dicho objetivo.
¿Cómo describes desde tu dirección la estrategia de la compañía?
A finales de 2019 se creó la dirección de Sostenibilidad, aunque ya se venía trabajando en diferentes iniciativas, y una vez superada la fase en que la pandemia cambió las prioridades -para garantizar la seguridad e higiene de los pasajeros-, se reforzó la estrategia y se estructuró de una manera transversal a todas las áreas de actividad de la empresa y sus tres negocios: aerolínea, mantenimiento y handling. Es una estrategia coherente y en línea con el propósito de la compañía -”generar prosperidad, conectando personas con el mundo”-, que se conforma en cuatro pilares: el medioambiental, el de nuestros clientes, el de los empleados y el de nuestro compromiso con el futuro y de impacto social.
¿La renovación de la flota era imprescindible para ese primer pilar medioambiental?
Sí, lo era la renovación de la flota, tanto de la aerolínea como de los equipos de tierra de nuestro negocio de handling. Hemos desarrollado distintas iniciativas que pasan por la medición y reducción del peso de nuestros aviones, los procesos de digitalización, el impulso del mercado de los combustibles sostenibles de aviación, la electrificación de los equipos de tierra y la mejora de la gestión de nuestros residuos.

Hasta hace muy poco, para mucha gente, aviación y sostenibilidad eran dos conceptos incompatibles. ¿La comunicación sigue siendo un reto?
Prácticamente hasta la pandemia parecía que había una especie de complot planetario contra la aviación. Pero más allá de que mensajes simplificados no pueden explicar ni dar solución a problemas complejos, creo que el sector ha tenido también una parte de culpa, porque durante mucho tiempo no ha sabido comunicar ni la importancia de su actividad, en términos socioeconómicos para la sociedad en su conjunto, ni tampoco el esfuerzo que está realizando para acelerar su transición ecológica y para adecuarse a las necesidades y expectativas de nuestros clientes. Nosotros damos ahora mucha importancia a contar qué estamos haciendo y cuál es el futuro de los combustibles, porque el meollo de la cuestión aquí está en los combustibles fósiles que usan los motores.
¿Y cuál será ese futuro?
En los medios de comunicación y en el gobierno se habla mucho de la electrificación para el transporte terrestre y las ciudades, algo fundamental y posible para 2030 incluso, y también del hidrógeno verde para el transporte y otros sectores. Pero este último no va a ser la solución para la aviación a corto y medio plazo. Es una tecnología que se está investigando -nosotros mismos estamos dentro de alianzas con Airbus y compañías energéticas para analizar cómo se podrá desarrollar-, pero antes, incluso en 2050, van a primar los combustibles sostenibles de aviación, los denominados SAF (Sustainable Aviation Fuel). Estos, frente al hidrógeno verde, se pueden utilizar en las mismas aeronaves que usamos hoy en día, con los motores actuales y con la misma infraestructura del aeropuerto. Airbus está trabajando también en la creación de aviones que funcionarán con hidrógeno verde -esperan tener uno listo para 2035-, pero queda tiempo hasta que se desarrollen en toda la flota e infraestructuras de los aeropuertos.
En cuanto a su composición, ¿qué son exactamente estos combustibles sostenibles?
Están elaborados a partir de materias primas de diverso tipo, que puede ser de origen bio o sintético. Hay ya unas ocho tecnologías de cada clase que están certificadas para usarse en los motores actuales, en distintos porcentajes máximos de mezcla según su comportamiento energético. Los de origen bio puede ser a partir de aceites de cocina, de residuos de otros aceites y de residuos de la industria forestal, la agroalimentaria o incluso de residuos urbanos -esto apunta también a dar solución a uno de los grandes retos de la vida en las ciudades-. Los sintéticos se logran a partir de procesos que pueden utilizar hidrógeno y captar CO2 de la atmósfera para transformarlo, llegando incluso a generar emisiones negativas.
Iberia ha operado ya vuelos con biocombustible, a Bilbao, los inaugurales a Dallas y Washington y el primero retomando la ruta a San Francisco.
Sí, pero desgraciadamente no es una realidad que en todos nuestros vuelos los podamos utilizar todavía. La cantidad que hay disponible en el mercado es mínima y el precio es hasta 5 veces el del combustible convencional. Estamos intentando apoyar a las productoras, Cepsa y Repsol y hemos firmado acuerdos estratégicos con ellas para poder impulsar el proceso. Son sostenibles no solamente por la materia prima, sino también por la reducción de las emisiones en términos de su ciclo de vida, respecto a los combustibles convencionales: desde que se extraen hasta que se utilizan, los combustibles sostenibles generan unas emisiones totales hasta un 80% menores y, como se producen localmente, generan además nuevos empleos de calidad en nuestro país.
Igual que la pandemia cambió prioridades y lastró la tendencia hacia la sostenibilidad, ¿la situación actual con la Guerra de Ucrania, el alza de los precios y la dependencia energética de Rusia en Europa las han impulsado?
Claramente sí, la regulación se está acelerando. La Unión Europea, que es la región del mundo más avanzada a este respecto, está creando nuevas normas de manera más ágil para que los compromisos sean una realidad cuanto antes y se transforme el sistema económico, no solamente la aviación, hacia uno nuevo más sostenible en lo medioambiental y en lo social: que permita la transición de una manera más justa. La transformación es imparable.
La Cátedra Iberia para la descarbonización del transporte aéreo, que la compañía creó junto a la Universidad Politécnica de Madrid, ¿ha permitido a Iberia ser un actor en esa nueva realidad?
Además de que es una gran apuesta por la investigación y el desarrollo de nuevas ideas hacia la descarbonización del sector, la Cátedra Iberia busca las mejoras que nuestra actividad puede aportar a la sociedad y explica nuestro compromiso con las futuras generaciones, apoyando la investigación y a los futuros investigadores -a nuestros jóvenes-, y buscando herramientas con las que medir nuestro impacto en la sociedad.

La digitalización, la electrificación de vehículos de tierra o la gestión de los residuos están entre las acciones que no se limitan solo a los vuelos. ¿Cómo llegáis a todos los empleados de Iberia?
Desarrollamos iniciativas de sensibilización en sostenibilidad con ellos, dirigidas específicamente a su propio trabajo, para que se conviertan en embajadores de la estrategia de sostenibilidad de la empresa. Los empleados, además, son clave en este sentido, porque tienen el contacto con nuestros clientes y, por tanto, transmiten los valores de la empresa redundando así en la eficacia de la estrategia.
¿Y qué papel tienen los clientes?
Ellos son clave para la sostenibilidad ambiental, social y financiera de nuestra empresa. La sociedad se está transformando y nuestros clientes están cada vez más informados. Quieren una experiencia más personalizada, digital en muchos procesos, y son conscientes de que ellos mismos generan una huella de carbono y tienen su propia responsabilidad en hacer de este un mundo más sostenible e inclusivo. La agenda 2030 no solo habla de que las políticas que se desarrollen han de incluirnos a todos, “sin dejar a nadie atrás”, sino también mencionan las alianzas para los objetivos -todos debemos cooperar-, y reclama que cada uno tiene un papel que cumplir. Las empresas tienen una responsabilidad mayor porque su alcance y su impacto en la sociedad son mayores, pero ninguno de nosotros puede ser ajeno a la suya. Se trata de un proyecto de transformación que solo puede hacerse con la colaboración de todos.
¿Hay acciones concretas con las que pueden contribuir?
La posibilidad de compensar la huella de carbono, que está ya disponible para nuestros clientes corporativos, ha sido un primer paso. Nuestra calculadora de CO2 nos permite decirle al cliente cuál es la huella de su viaje, con nuestra flota y la ruta concreta, y darle la posibilidad de compensarla a través de dos proyectos completamente certificados -eso le asegura que lo que compensa es absolutamente real y se traduce en lo que pretende ser-. Hay un proyecto de conservación de la costa de Guatemala y otro de gestión forestal comunitaria en Perú. Esperamos que antes de fin de año los clientes no corporativos puedan también, al final del proceso de compra, compensar sus emisiones.
Igual que en otros sectores, desde supermercados a hoteles, los consumidores toman decisiones basadas en políticas sostenibles (materiales biodegradables, trazabilidad, gestión de residuos...), ¿estos valores influyen ya en el sector del transporte aéreo?
La aviación es muy sensible al precio, es muy competitiva. Tradicionalmente los clientes escogen el precio más económico -los propios buscadores jerarquizan en función de este valor-. Pero estamos detectando, y ya hay estudios que lo respaldan, que el comportamiento del cliente está cambiando. Ya hay buscadores que hacen su lista en función de las emisiones, de la eficiencia en términos de emisiones de las compañías y sus vuelos, y nosotros ahí salimos bien parados. Lo que ocurre es que la sostenibilidad tiene un precio, y eso complica las cosas porque la sociedad está acostumbrada a volar de forma barata. Estamos percibiendo que los clientes están cada vez más concienciados y desean que sus vuelos sean más sostenibles. Creemos que esta tendencia es cada vez mayor y más clara, y que llegará un momento en que ninguna compañía aérea podrá volar sin ser sostenible.