Los colores de Toulouse
Conocida como la Ciudad Rosa, Toulouse despliega en sus calles una gama cromática vibrante que, bajo la luz que se refleja en el río Garona, la hace absolutamente singular. La ciudad gala, a la que puedes llegar desde solo 4500 Avios, se ha convertido en las últimas décadas en una auténtica galería al aire libre, un referente europeo del street art más atrevido.
En la década de los 80, el barrio de Arnaud-Bernard, en el centro de Toulouse, se vio inmerso en un proceso de desarrollo marcado profundamente por la diversidad de sus gentes, quienes formaban diferentes comunidades de inmigrantes, desde vecinos españoles a trabajadores del norte de África. Con una media de edad muy joven, este barrio se convirtió en un referente de una lucha política y social que exigía la reforma del estado francés, sobre todo a través de sus reivindicaciones antirracistas. La movilización popular conquistó mejoras en las condiciones de trabajo y la construcción de nuevas viviendas sociales, permitiendo integrar así a trabajadores de todo el mundo. En este ambiente multicultural, abiertamente influido por el hip-hop neoyorquino, surgen los primeros artistas callejeros, quienes aprovecharon las paredes lisas del barrio para diseñar composiciones reivindicativas, muchas de ellas hoy desaparecidas. Este compromiso social abocaba a los creadores a la clandestinidad, pues además de ser perseguidos por lo que se consideraban actos vandálicos.
A partir de 1985 aparecen los primeros graffitis de Mosquito, el que es considerado pionero del arte urbano de gran formato en la ciudad; su mural TOULOUSE a la vereda la de las vías del tren se hizo célebre en poco tiempo. A él se unieron artistas como Tilt, Der, Soone o Cee-T, que ya en los 90 formaron el colectivo Truskool (entonces llamado colectivo Arnaud Bernard Système) junto a 2pon, todos ellos residentes en el conocido popularmente como Arnaud-B. En los años posteriores se fueron sumando al colectivo otros célebres artistas como Tober o Sike, al tiempo que las obras de todos ellos se adentraban en museos y galerías. Su punto de encuentro original había sido la centenaria Rue Gramat, cuna del movimiento graff en Toulouse, donde jóvenes experimentaban con diferentes estilos, pintando unos sobre otros, constantemente transformando el aspecto de esta calle central del barrio. Pronto se convirtió en el destino turístico que es hoy –de hecho actualmente es allí donde arrancan la mayoría de los grafiti-tours de la ciudad–, el place-to-be del arte tolosano. Las instituciones locales comenzaron entonces a considerar a los artistas callejeros interesantes interlocutores. A mediados de los 90 llegaron los primeros encargos municipales a Truskool, como el mural de la reja que rodea el Jardín de Embarthe, parque dedicado a la icónica activista del movimiento antirracista y feminista de Toulouse, Mathe Maurel, siendo esta obra de 1994 un referente histórico venerado dentro del street art francés.
Truskool adquirió fama mundial y se convirtió en un movimiento de culto a nivel internacional. Con el objetivo de honrarlo se inauguró en 2017 un enorme mural de 30 metros de altura en la plaza Arnaud-Bernard, a unos 500 metros de la Rue Gramat, creado por 7 artistas del colectivo: cada uno de ellos firmó una capa del mural con su nombre en su propio estilo, utilizando como hilo conductor la cálida gama cromática característica de la Ciudad Rosa. Hoy es considerada una de las obras que mejor refleja la historia de la conquista artística que rindió las calles de Toulouse.
Entre aquellos grafiteros de primera generación también se hallaban pioneras, mujeres que tomaron el espacio público, tradicionalmente masculino, para desplegar su arte. Algunas artistas ganaron renombre internacional, como Miss Van, que con sólo 18 años empezó a pintar sus famosas y provocativas Poupées encima de grafitis hechos por hombres. La artista, hoy afincada en Barcelona, volvió en las calles de Toulouse en 2016 gracias a la Bienal Rose Béton (cuya última edición tuvo lugar antes de la pandemia) para pintar el fresco La sinfonía de los sonidos en la Rue du Pont de Tounis en Saint-Cyprien, otro barrio histórico de Toulouse, demostrando que el arte urbano ya institucionalizado rebosa las calles de Arnaud-Bernard. En la última edición de la Rose Béton, en 2019, otra referente del arte urbano de los 90, Mademoiselle Kat también volvió a las calles de Toulouse. Recuperando el estilo pin-up que utilizaba en su obras, inspiradas en los anuncios y carteles de películas de los años 50 para reivindicar los estereotipos de género, diseñó un gran mural en pleno centro de la ciudad de nuevo con un mensaje político que cada año cobra más y más sentido: El clima se está calentando.
En cada calle, cada esquina de Toulouse, pueden los visitantes tropezarse con grafitis y frescos, históricos y recientes. Desde el wild-style del ya citado Der –que realizó icónicas obras en 2015 para el festival WOPS, como la que se encuentra junto a las Galerías Lafayette– hasta la abstracción colorida de Hense, que en 2019 celebró el hermanamiento entre Toulouse y su natal Atlanta con un mural de más de 300 metros cuadrados. El street art de la Ciudad Rosa no para, como no lo hacen CeeT, que volvió en 2019 desde Hong Kong para dejar la impronta de sus Chicanos de nuevo en Arnaud-Bernard, o Tober que continúa haciendo grafitis de la vieja escuela por toda la ciudad, compartiendo espacios con otros grafiteros underground como Reso mientras sigue colaborando con Der o Tilt. Extramuros han aparecido también otras formas de arte callejero, como las esculturas rojas de James Colomina o las famosas intervenciones de Space Invaders, cuyas 11 instalaciones pueden buscarse a modo de juego por toda la ciudad, como también ocurre en urbes como Berlín, Viena, París o Londres.
Y por si todo esto fuera poco, aún no hemos hablado de la guinda del pastel, la obra de arte más grande todo Toulouse: en la Rue des Ángels, en el distrito de Minimes, 100Taur firma un mural de más de 400 metros cuadrados, donde evocadoras criaturas como monstruos híbridos se mezclan con referencias a Popeye o Bob Esponja y con influencias que parten de El Bosco y Picasso. Porque cuando el arte conquista las calles, la imaginación ya no encuentra barreras.