Hablamos con Xoel López sobre su nuevo disco
El artista gallego acaba de lanzar “Caldo Espírito”, el 16º álbum de su carrera, que tocará en un concierto único el 29 de noviembre en el WiZink Center, en Madrid.
Has definido “Caldo Espírito” como un disco crudo y visceral. ¿Qué va a encontrar tu público en este trabajo?
Es un disco muy sentido, muy trabajado, muy profundo, con muchas emociones y toda la carne puesta en el asador. Y es un disco de canciones de pop, un disco “de canción”. Podría estar una hora hablando o condensarlo en esto.
Cantas contra esa corriente de frivolidad que vivimos. ¿Tiene presencia también en la industria?
Bueno, el postureo aparece en cualquier rincón de la vida de hoy. Yo siempre he buscado en la música una pureza, una autenticidad. Y aunque al final es un trabajo y no siempre todo puede ser como uno quiere al 100%, sí que por lo menos a nivel de obra, en la grabación del disco y la composición, encuentro ese lugar de autenticidad y verdad, en contraposición a un mundo que tira hacia las máscaras, la pose y la apariencia.
Abordas grandes temas como el amor –más aún el desamor– o la búsqueda de la felicidad desde una visión muy poco dulcificada. Incluso en tu primer single, “Fort Da”, hablas de las relaciones tóxicas. ¿Es una mirada pesimista?
Realmente, no. Cuando llamas a las cosas por su nombre o hablas de ellas como lo que son, creo que, más que pesimismo, muestras la cruda realidad –la realidad va con “cruda”, no sé si porque está sin cocinar–. Tocó hacer un disco un poco más claro en cuanto a sentimientos, que me pilla a mí más realista, más contundente, ya sea por la edad, por la pandemia… Para mí es un disco que habla de bastantes cosas y, aunque está el amor, yo diría que de las relaciones humanas más bien.
Grabaste “Caldo Espírito” en un lugar muy aislado, en Ourense. ¿Cómo se traduce esa experiencia en el sonido?
Para las primeras maquetas era importante romper con la hipercomunicacion que tenemos hoy en día y arrancar en una pequeña aldea de Ourense, prácticamente sin cobertura ni vecinos, sin ese ruido de fondo que podría tener la ciudad, donde terminamos el disco. Queríamos concentrarnos y tener ese espacio más íntimo en el que surgieron muchas ideas que luego marcaron mucho el progreso del álbum. Quería escapar de la dinámica frenética de las grandes ciudades, que nada entorpeciese el proceso creativo.
¿Es en estos lugares donde encuentras la inspiración?
No necesariamente, no odio la ciudad. Intento disfrutar de todas las circunstancias, no encallar en uno. Si estuviese en el campo, me iría a la ciudad a buscar ruido, que a veces te lo pide el cuerpo. Si estuviese en la costa, a Nueva York o Londres. Entiendo la vida como un todo. En este proceso había algo de experimental, de “vamos a encerrarnos en una casa a ver qué pasa”, porque pasan cosas diferentes a las que pasarían en un estudio al lado de tu casa. Es importante a veces dormir en tu casa, pero en otro momento puede ser importante también estar lejos, con los móviles apagados, tener un momento de calma y estar realmente concentrados.
En el proceso de creación de un disco, ¿cuánto hay de planeado y cuánto de que la obra cobre su propia entidad? Ahora decías que empezaste a trabajar con un “a ver qué sale”…
Bueno, incluso como persona soy un gran improvisador. Me define la improvisación y también improviso musicalmente. Me gusta improvisar en los conciertos, por ejemplo. Creo que la creación tiene mucho que ver con la improvisación y que, de hecho, crear es improvisar, es probar algo a ver si funciona. Además, en general, soy bastante kamikaze, me tiro a la piscina y no tengo muchas ataduras, voy para delante. Al principio de mi carrera, cuando empecé, tenía una idea más preconcebida de lo que quería, pero ahora siento que, al tener más libertad, me lanzo a volar y digamos que me voy encontrando las cosas por el camino –a veces me gusta hablar de “El Mago de Oz” –. Tienes que tener una razón para salir de viaje, de búsqueda. Pero lo que te vas a encontrar por el camino es siempre parte de la aventura, es una sorpresa, y tienes que estar ávido de esas experiencias e ir con la mente abierta.
¿Cada disco es un viaje?
Para mí, sí. Hago las canciones en casa y, cuando las empiezo a mostrar a los músicos, al productor, a la gente de mi entorno, las canciones se van abriendo y se da algo muy circunstancial.
En “Caldo Espírito”, la voz está más expuesta, sobre todo en temas como “Albatros”.
Sí, nos lo hemos encontrado un poco. Grabar las voces fue particularmente emocionante y eso motivó a dar un tratamiento especial, a ponerlas un poco más alto de lo normal y darles una prioridad. De haberme sentido un poco menos cómodo, la habríamos enterrado un poco más, pero la voz se convirtió en el hilo conductor de todo el disco, en lo que lleva el peso.
En dos canciones sumas otras voces a la tuya. En “Elevarte Caer” colaboran Marina y Teresa, de Repion, y en “Pena, Penita”, Meritxell Neddermann. ¿Cómo surgen estas colaboraciones?
Conocí a Marina por Mikel Erentxun –ella toca en su grupo–. Estábamos grabando “Elevarte Caer” y escuché el disco de Repion porque el técnico de sonido lo subió a instagram, y me flipó. Y como lo veía muy en la línea de lo que estaba haciendo en ese momento, le invité a cantar. Vino con Teresa, luego sumamos una batería extra y fue todo muy natural, muy fácil. En el caso de Meritxell, ella toca con Carles “Campi” Campón, el productor, en la banda de Jorge Drexler. Acababan de sacar un single, un temazo, y se me ocurrió que podíamos sumar su voz, que tiene una dulzura y una frescura que me gustan mucho. Como te decía antes, nos lo fuimos encontrando, imagínate hasta qué nivel porque en un principio la idea era que no iba a haber colaboraciones.
¿Eres muy consumidor de música?
Sí, me encanta. Escuchó música a diario y variada, y voy moviéndome entre diferentes cosas.
¿Incluso cuando estás creando?
Sí, soy de esos locos que se va del estudio en el coche con la música puesta. Y, de hecho, me desconecta un poco de lo mío ir escuchando música de otros. Si fuera escuchando mis maquetas, ya sería más problemático….
¿Y hay algún género que no te interese? Porque por ejemplo en “Caldo Espíritu” recorres muchos…
No he profundizado mucho en el techno –viví su época siendo un chaval y le pillé un poco de manía y ahora me da pereza–. Tampoco he profundizado mucho en el trance metal: ese rollo más cañero de los 90 no me entra mucho. E intentado con el jazz, me gustan cosas de Miles Davis por ejemplo, cosas clásicas, pero he ido a muchos conciertos de jazz y tengo amigos que escuchan mucho jazz y no me he hecho nunca un "jazzero" para todas las oportunidades que le he dado y todo lo que he escuchado. Eso sí, me gusta mucho cómo se tratan el sonido y los instrumentos en el jazz, pero el más experimental se me hace un poco coñazo.
Este año recuperaste tu antiguo proyecto, Deluxe, después de tantos años. ¿Por qué ahora?
Pues no lo sé. Me imagino que es una cuestión cíclica sin más, que pasa un tiempo y te apetece volver. Este verano me pasó que fui a mi colegio de infancia, porque coincidió que me invitaron. Si me lo hubieran dicho hace 20 años, a lo mejor no habría ido. Pero hay un momento de la vida, en este caso los cuarenta y pico, en que te reencuentras con cosas de los veintipico. Yo me imagino que le pasará a mucha gente que, de repente, se compra algo que le gustaba antes, la típica chupa que le molaba o un Scalextric… Pues yo recuperé Deluxe, en un pequeño ataque de nostalgia, con ganas de recordar una etapa y divertirme, pero como algo temporal, que es lo que fue.
¿Qué le dirías al Xoel de los años de Deluxe?
Que siga su camino, porque las cosas las tienes que descubrir por tu cuenta. Por mucho que le dijese, no me haría ni caso, así que solo le diría que va bien, que siga siendo el mismo y que le esperan desilusiones, pero también muchas alegrías.
“Caldo Espírito” termina con el tema “Xiana”, el nombre que te iban a poner tus padres de haber nacido una niña.
Así es, de hecho esperaban que iba a nacer una chica y por eso tenían el nombre, Xiana. Yo nací con un nombre que no me pusieron y, a los días, me llamaron Xoel. Me dio por escribir una canción a Xiana, no sé si como un diálogo interno o si dirigiéndome a esa persona que no fui o a mi lado femenino. Tengo mis dudas de por qué, pero fue una noche, en la cama –me acuerdo perfectamente–, cuando me puse a escribir, y me pareció muy emocionante.
¿Qué se puede esperar del 29 de noviembre en el Wizink Center?
Un concierto único, muy apartado de todo –antes no hay conciertos porque terminamos la gira hace tres semanas–, con una energía y un tratamiento especiales. Será como un oasis para mí, y la primera vez que se tocarán los temas del nuevo disco. Está todo a favor para que sea un día único, enmarcado en un concierto diferente e inusual al no estar yo de gira. Es algo que no suele pasar.