Inspiración Andrea González
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Alcatraz y sus fugas legendarias, 60 años después

Una búsqueda rápida en Internet indica la posición que hoy ocupa la famosa prisión de Alcatraz en el imaginario colectivo: términos como "fuga", "película" o "tiburones" dan forma a la leyenda de una de las cárceles más conocidas del planeta, una que, lejos de haber caído en el olvido tras despedir a sus últimos presidiarios 6 décadas atrás, se mantiene muy viva gracias al millón y medio de visitas que recibe cada año. Con motivo del aniversario de su cierre, repasamos aquí la historia de Alcatraz y de su fuga legendaria.

El origen de un mito

Después de que Estados Unidos extendió su soberanía sobre la Isla de Alcatraz a mediados del siglo XIX, el gobierno decidió convertirla en un fuerte para defender la Bahía de San Francisco durante los años de la Fiebre del Oro. Pero tras los rápidos avances conseguidos durante la Guerra Civil Americana en tecnología militar, las defensas del fuerte quedaron obsoletas. El ejército americano descubrió que las corrientes de aguas frías que rodean La Roca, como se conoce popularmente a Alcatraz, constituían el aislamiento perfecto. En 1859 fueron llevados los primeros prisioneros militares y allí se encarceló a determinados líderes confederados y algunos nativos americanos del pueblo hopi.

Durante la conocida en España como Guerra de Cuba, el número de prisioneros en La Roca creció y en 1909 se comenzó a construir el famoso edificio de celdas que hoy es símbolo del lugar. El Departamento de Justicia del Gobierno de Estados Unidos adquirió el complejo el 12 de octubre de 1933 y en agosto 1934 lo designó prisión federal de alta seguridad con el objetivo de enviar allí a presos problemáticos de otras cárceles americanas. A las 9:40 del 11 de agosto llegaron los primeros 137 reclusos provenientes de Kansas. Los esperaban 60 agentes especiales del FBI. La fama que acompañaría a la prisión como la más estricta del país se estableció desde las primeras fechas, pues en ella se instauraron modelos de prueba para controlar a los presos, como el sistema de custodia de 1x3 –un cuidador asignado por cada tres reclusos– que luego se extendería a otras prisiones federales. 

El objetivo de Alcatraz, establecido por James Johnston, su primer guardián, era erigirse como un centro disciplinario para los peores criminales donde la rehabilitación no tenía lugar: cada preso tenía una celda individual para favorecer el aislamiento extremo, el silencio era obligatorio en todo momento excepto en los recreos del fin de semana y todos los que mostraban mala conducta eran enviados al "agujero", un espacio subterráneo en el que podían pasar semanas.

Destino de presos ilustres

A la prisión de Alcatraz fueron enviados los considerados por el Gobierno Federal como los criminales más peligrosos de América: Rafael Cancel Miranda, miembro de Partido Nacionalista de Puerto Rico y responsable de un ataque armado contra el Capitolio de Washington en los cincuenta; George “Machine Gun” Kelly, uno de los gánsteres más conocidos de la época de la Ley Seca; o Alvin Karpowicz, apodado "Creepy Karpis", el "enemigo público número 1" en la lista del FBI en los años 30. Sin embargo, el nombre más famoso de la lista es el del icónico Al Capone, el conocido mafioso de Chicago enviado a Alcatraz después de que las autoridades fueran incapaces de controlar su influencia y su poder aún desde la cárcel de Atlanta.

Una fuga de película

A pesar del aislamiento geográfico, las vallas electrificadas, las torretas de control y la disciplina de los guardianes, durante los 29 años en que la prisión estuvo en funcionamiento se registraron 14 intentos de fuga llevados a cabo por un total de 36 presos. Según los registros oficiales del Gobierno, ningún recluso consiguió escapar con vida: 23 fueron capturados vivos durante la huida, 6 fueron disparados por los guardias del centro, muriendo por los tiros, 2 se ahogaron y los 5 restantes fueron considerados por las autoridades “desaparecidos y presuntamente ahogados”.

Los dos incidentes más famosos fueron la conocida como Batalla de Alcatraz, un intento frustrado de fuga en 1946 en que 6 presos consiguieron hacerse con armas de fuego llegando a matar a 2 guardias e hiriendo a otros 18, antes de ser de nuevo apresados, y la famosa fuga de los reclusos Frank Morris y los hermanos Clarence y John Anglin. Esta última, que adquirió el status de leyenda. Tuvo lugar en la noche del 11 de junio de 1962, cuando los tres reclusos, tras haber pasado meses ampliando el conducto de ventilación debajo de los fregaderos de cada celda y haber conseguido establecer un taller clandestino donde construir una balsa con impermeables y utensilios robados, accedieron al conducto superior de ventilación para después deslizarse hacia fuera por los de la cocina. Una vez en el exterior, burlaron dos cercas de seguridad y aprovecharon un punto ciego en la costa noreste de la isla para hinchar su barca con una concertina robada a un preso y botarla al mar.

Sólo a la mañana siguiente, los guardias advirtieron que lo que sobresalía de las camas de los tres presos eran cabezas falsas esculpidas con cera y jabón, y dieron la voz de alarma. Días después se encontraron en las aguas próximas a Alcatraz restos de material Impermeable, un remo y la billetera de uno de los Anglin, lo que hizo creer a las autoridades que los tres fugados habrían perdido la vida en las turbulentas aguas que rodean Alcatraz. El FBI cerró el caso, pero la fuga permaneció en la memoria de los estadounidenses. En 1979 inspiró Escape de Alcatraz, protagonizada por Clint Eastwood. Y en 1996, la fuga volvió a la gran pantalla de la mano del director Michael Bay, que rodó “La Roca” con Sean Connery y Nicolas Cage.

El cierre de Alcatraz

En los años cincuenta se mejoraron las condiciones de vida de los presos, permitiéndoles por ejemplo tocar instrumentos, pero también se identificaron algunos defectos estructurales que ponían en duda la seguridad del complejo. En 1959 se presentó un informe en el que se indicaba que era tres veces más caro mantener Alcatraz que cualquier otra prisión federal de Estados Unidos, además de que, por su exposición al viento y la sal, necesitaba reparaciones por valor de 5 millones de dólares. El Fiscal General del Estado, Robert Kennedy, dictó su cierre para el 21 de marzo de 1963, día en el los últimos presos fueron trasladados a otras prisiones del país.