Tirana: una escapada original
Con una historia reciente de lo más intensa y una mezcla sensible de influencias culturales, Tirana se ha convertido en los últimos tiempos en el destino preferido de todos los que quieren conocer una Europa que se aleja de los estereotipos. Si tú también quieres rendirte al encanto de la capital de Albania, Iberia te lo pone fácil gracias a la apertura de esta nueva ruta con tres vuelos semanales a partir del próximo 28 de marzo. Te mostramos las maravillas que no te puedes perder de una capital que se abre al mundo.
Aunque Albania entró a formar parte del Bloque del Este después de la Segunda Guerra Mundial, siempre se caracterizó por seguir una línea propia diferente a otros países del entorno, dando lugar a una realidad hermética y completamente inusitada. Tanto es así, que el líder comunista Enver Hoxha, quien se arrogó el control del país desde 1944 hasta 1985, se retiró del Pacto de Varsovia en los años 60, rompiendo relaciones con la Unión Soviética, Yugoslavia e incluso China. A partir de entonces Albania se sumió en su propio Telón de Acero, caracterizado por una constante paranoia por una posible invasión –como atestigua la increíble red de búnkeres construida por el gobierno de Hoxha—y un aislamiento total de la población. Tras la muerte del dictador, los albaneses iniciaron un movimiento de apertura que siguen transitando hoy como país candidato oficial a ingresar en la Unión Europea.
Esta peculiar historia ha convertido a Albania en un país que presenta unas expresiones arquitectónicas y culturales absolutamente únicas, especialmente en su capital, y un paisaje natural esperando ser descubierto. En Tirana, el recorrido normalmente comienza en los 40 000 metros cuadrados de la Plaza Skanderberg. En el núcleo de la capital albanesa se mezcla la monumentalidad de líneas rectas propia de la arquitectura de inspiración soviética con edificios religiosos, como la Catedral Ortodoxa, completada en 2012, o la Mezquita Et'hem Bey, símbolo de las protestas contra el gobierno comunista en 1991. La plaza fue restaurada entre 2010 y 2016 por encargo del entonces alcalde de Tirana y actual primer ministro, Edi Rama, al estudio de arquitectos 51N4E, que finalizó el proyecto en colaboración con el artista albanés Anri Sala, responsable de retratar el proceso transformativo de su país en las últimas dos décadas, y con los ambientalistas Plant en Houtgoed. El proyecto, que consiguió el Premio Europeo de Espacio Público Urbano, modificó la plaza para hacerla completamente peatonal, añadiendo un anillo de vegetación que encapsula el centro neurálgico de Tirana.
Desde la Plaza Skanderberg puede visitarse el Museo Histórico Nacional que, con más de 18 000 metros cuadrados de capacidad expositiva, es el más grande de Albania. El edificio, de Enver Faja, es uno de los principales representantes del estilo comunista albanés, no sólo por su arquitectura, sino también por el mosaico de más de 400 m2, llamado Los Albaneses, que decora la entrada. A poca distancia se encuentra BUNK’ART 2, un singular museo que repasa la historia del Ministerio de Asuntos Internos Albanés, bajo tierra. Y es que la paranoia de Enver Hoxha le llevó a construir unos 175 000 búnkeres por todo el país, intentando prevenir una invasión que nunca llegaría. El proyecto de BUNK’ART nació en 2014 para reconvertir estos espacios, hoy inservibles, en museos y en salas de exposiciones. Por el momento han abierto dos sedes, siendo BUNK’ART 1 (a una media hora en autobús directo desde el centro de Tirana), la otra gran opción, donde puede visitarse desde la habitación original de Enver Hohxa en su refugio antimisiles y los espacios que se habrían utilizado en caso de ataque bélico, hasta reproducciones con mobiliario de la época de un apartamento o un gimnasio típico del socialismo albanés. Los museos del proyecto BUNK’ART son perfectos para visitar en un día y te permitirán sumergirte de lleno en la realidad albanesa.
Sin embargo, Albania es un país mucho más colorido de lo que muestran sus búnkeres. A unos 35 kilómetros de Tirana se encuentra Durrës, una perla costera a orillas del Adriático. En ella se conservan importantes restos arqueológicos de origen romano, como el anfiteatro o las termas públicas, y bizantino, como las murallas venecianas. Además, sus preciosas playas de arenas blancas y aguas tranquilas son el secreto mejor guardado de este país, perfectas para aprovechar una tarde de sol al tiempo que disfrutas de la comida típica albanesa, incluido el marisco propio de la costa adriática.
De vuelta en Tirana, es imprescindible visitar el mejor testigo de la decadencia del régimen comunista, la Pirámide, un edificio diseñado por Pranvera Hohxa, hija del dictador, con el objetivo de convertirse en un mausoleo dedicado a la figura de su padre. Con la caída del comunismo, los albaneses rechazaron este museo, que en los 90 se reconvirtió en base de operaciones de la OTAN durante la Guerra de Kosovo. Sin embargo, en los 2000 cayó en decadencia y fue reclamado por los jóvenes de Tirana, provocando que las autoridades propusieran demolerlo. Finalmente, se impusieron las voces que reconocían la Pirámide como el símbolo de la victoria de la democracia y en 2023 el estudio de arquitectura MVRDV completó una intervención que convirtió el edificio en un moderno centro cultural, desde cuya cúspide puede contemplarse todo el paisaje de Tirana, incluida la Torre del Reloj, símbolo de la ciudad desde 1822.
En su afán por dejar atrás la homogeneidad comunista, Tirana se lanzó a pintar de colores muchos de sus edificios, tanto los de estilo neorrenacentista del centro histórico (con sus llamativos rosas y amarillos) como aquellos que se han llenado de street art en los barrios residenciales. Tras más de cuatro décadas de represión artística, el ya citado Edi Rama facilitó a los artistas todos los espacios disponibles para desarrollar su arte y los murales que pueblan la ciudad se han convertido en un símbolo de la nueva Tirana. Destacan áreas de la ciudad como Blloku, un barrio que los propios tiraneses están descubriendo hoy en día. Esta zona de la ciudad estaba reservada a las mansiones del politburó albanés y los ciudadanos comunes no podían acceder a ella. Hoy se ha convertido en el distrito de moda de la capital y la zona está llena de intervenciones artísticas y culturales, como Monumento al Checkpoint, con otro búnker y fragmentos del Muro de Berlín, y de algunos de los mejores pubs y restaurantes de Tirana. Destaca Era Ish-Blloku, perfecto para probar la comida típica albanesa o Salt, aclamado por la crítica por su fusión de comida mediterránea, marisco y sushi. Además, desde ambos restaurantes podrás acercarte a ver la antigua residencia de Enver Hohxa, que se encuentra a solo 3 minutos.
El colofón perfecto a esta escapada lo propone el Bazar Nuevo de Tirana, o Pazari i Ri, que fue recientemente reconstruido. Merece la pena acercarse específicamente a sus puestos para tener la oportunidad de degustar muchas especialidades típicas de la gastronomía albanesa a pie de calle.