Aventura Andrea González
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Uruguay, de playa en playa

Con 28 grados de media durante los meses de enero y febrero, Uruguay es uno de los países estrella a los que acudir para experimentar el verano austral. Un destino que se hace irresistible si, desde lo más duro del invierno europeo, pensamos en sus increíbles playas. Te proponemos una ruta de más de 200 kilómetros de costa atlántica a través de las más espectaculares.

Vuela a Montevideo desde 51 000 Avios (ida y vuelta).

La Rambla de Montevideo, de más de 22 kilómetros de longitud, permite bordear todo el trazado de costa que baña la capital uruguaya. Convertida en símbolo de la ciudad por espacios como el Teatro del Verano, donde el 29 de enero se celebrará el Carnaval de Montevideo, este balcón sobre el océano no sólo ofrece atardeceres impresionantes, sino que además conduce a algunas de las playas más famosas del país. Una de las más destacadas es Playa Ramírez, en Parque Rodó, que, por su proximidad al centro de la ciudad, se ha convertido en un emplazamiento muy popular para festivales, espectáculos y música en vivo. Es, además, una de las playas preferidas de las familias locales. Otra, la Playa de los Pocitos, una de las más extensas de Montevideo, enclavada en zona inmejorable de la ciudad para hospedarse y comer bien Pistatxofusion, una joya escondida, es uno de los imprescindibles de su escena gastronómica. Igual de sofisticada es es Playa Carrasco, en el barrio más exclusivo de la ciudad. Sus tranquilas olas rompen frente a hoteles y mansiones centenarias. Allí ha revolucionado la escena Otero x Rotunda, un fashion café diseñado por la marca de moda más interesante de la escena uruguaya y que se ha convertido en uno de los enclaves preferidos de las it girls de Montevideo.

Playa Ramírez, Montevideo

Destino vacacional por antonomasia dentro de Uruguay, Punta del Este ha sido apodada en más de una ocasión “la Perla del Atlántico” por ser una de las localidades playeras con más brillo y glamour de América del Sur. Su emplazamiento peninsular le regala unas playas de enorme belleza en las que es posible cumplir cualquier sueño, desde lanzarse a practicar surf hasta pasar unos días de absoluta desconexión. La más conocida es Playa Brava, perfecta para los deportes acuáticos, como el citado surf (con escuelas en la misma playa) o la vela, por su intenso oleaje y la fuerza del viento que la recorre. En ella, además, se encuentra el gran símbolo de Punta del Este, la impresionante escultura de La Mano del artista Mario Irarrázabal. Por su parte, Playa Mansa debe ser el objetivo de quienes busquen largas jornadas al sol para nadar y bañarse relajadamente, culminadas por impresionantes atardeceres. En Punta del Este, además, puede disfrutarse de la buena comida desde la orilla del mar, en beach clubs como Arenas Magnum o I´marangatú del chef Matías Sanjurjo, hasta el mismísimo cielo, con Huma Rooftop, en The Grand Hotel, que presenta una propuesta internacional firmada por el chef Javier Sánchez.

Punta del Este

Punta del Este es además un oasis para los amantes de la moda y el arte. Se encuentra allí la fashion road por excelencia, la Calle 20, con grandes firmas de lujo y espacios como Magma o la boutique de la previamente citada Rotunda. Y a poca distancia, en Punta Ballena, el museo taller Casapueblo, una inmensa intervención casi ilusionista que Carlos Páez Vilaró desarrolló durante toda su vida frente al Atlántico, dando lugar a un complejo inmaculado que el artista pareció haber esculpido directamente sobre la montaña. Fue su taller y su casa de verano y hoy incluye una galería, un museo y hasta un hotel.

Laguna Garzón

Incorporándote a la ruta nacional 10 de Uruguay, que suele iniciarse en la Rambla Costanera, continuación de la Rambla de Montevideo, desde Punta del Este, llegarás muy pronto a José Ignacio, una localidad que se asoma al océano Atlántico desde su posición entre 2 lagunas, la de Garzón y la homónima José Ignacio. Este pueblo de pescadores se convirtió en una meca de la gastronomía sudamericana gracias al chef argentino Francis Mallmann que después de su proyección internacional volvió para abrir su Chiringuito en las Arenas de José Ignacio donde se almuerza cada día de verano al aire libre con productos frescos cocinados a la brasa en sus fuegos de leña. La vista desde las hamacas del Chiringuito es inmejorable, con una playa de unos 3 kilómetros que te hará creer que has llegado a una isla desierta. Los paseos por su orilla de arenas doradas estarán coronados por la visión lejana del Faro de José Ignacio, emblema de la zona que data del año 1877. No te vayas de la zona sin practicar windsurf o kitesurf en las lagunas (la de Garzón es perfecta para aprender), probar Marismo de Federico Desseno, que acaba de abrir temporada tras entrar en la lista de los 100 mejores restaurantes de Latinoamérica y, si viajas en enero, visitar la feria internacional Este Arte frente al mar en el impresionante Pavilion Vik.

La Paloma

La ruta 10 continúa hasta la Laguna de Rocha un paraíso natural declarado reserva de la Biosfera por la Unesco y hogar de especies como el flamenco o el cisne de cuello negro, que ofrecen un espectáculo a quienes se acercan a practicar avistamientos. Junto a ella se encuentra La Paloma, una tranquila localidad costera que se ha convertido en el destino estrella dentro de Uruguay para los aficionados al surf. La Playa de la Aguada, por sus condiciones de viento y oleaje, es una de las preferidas por los surfistas, que recomiendan visitarla en febrero, mes en el que pueden cazarse las olas de mayor altura. Es además una playa habilitada para mascotas. En ocasiones también puede practicarse surf en la Playa de los Botes, una de las más familiares, famosa en la zona porque es desde donde parten los pequeños botes de los pescadores artesanales que, cada mañana, proveen a La Paloma de producto fresco. Para los más tranquilos destaca la playa a la sombra del Faro Cabo Santa María, de 149 años de antigüedad y que puede visitarse todos los días. A muy poca distancia se encuentra Arrecife, imprescindible para los visitantes de La Paloma que quieran comer bien.

Cabo Polonio

La siguiente parada siguiendo la ruta 10, aunque no precisamente de fácil acceso, es Cabo Polonio, destino de los jóvenes y los aventureros. Con su ambiente alternativo, genuinamente desconectado del resto del mundo, se ha convertido en una parada imprescindible para los mochileros y los bohemios. Oficialmente, Cabo Polonio sólo tiene 100 habitantes y en su área, que fue declarada Parque Nacional, no se tiene acceso a electricidad si no es autoproducida a través de placas solares y no se pueden construir más viviendas. Para alojarte puedes recurrir a los pequeños hostels o ranchos que se han abierto en Cabo Polonio u hoteles como La Perla del Cabo, un establecimiento familiar situado (literalmente) a orillas del mar, que con sus mariscos y pescados frescos han construido una de las ofertas culinarias más interesantes de la localidad. Las dos playas de Cabo Polonio, Calavera y Sur, de una belleza impresionante, son aptas para practicar surf y cerca de ellas vive la reserva de leones marinos más grande del mundo.

Leones marinos, en Cabo Polonio

Dejando atrás Punta del Diablo, donde Playa Rivero presenta unas condiciones inmejorables para la práctica del surf, llegamos a Barra del Chuy, nuestra última parada. Constituye el punto más oriental de la costa atlántica uruguaya, o lo que es lo mismo, está directamente situada sobre la frontera con Brasil. De hecho, la localidad al otro lado de la frontera recibe el mismo nombre, Barra do Chuí en portugués, y la avenida General Artigas continúa a un lado y otro de la frontera. La zona es conocida por sus cabañas frente al mar, perfectas para alojarse en un ambiente tranquilo, uno de esos en los que parece que no pasa el tiempo. Y es que las playas de Barra del Chuy son excepcionalmente largas, como la de la Barra, que terminar en la desembocadura del arroyo Chuy, y están rodeadas de vegetación agreste y dunas sobre las que asoma el faro bicolor en el límite entre ambos países, perfectas para lentas caminatas con el océano Atlántico como absoluto telón de fondo.