Aventura Iberia Plus
Por:

Excursiones de un día desde Tokio

Alarga tu viaje a la capital nipona para visitar paraísos naturales como Nagatoro, en Saitama, y disfruta navegando entre sus montañas. Conoce el mayor Buda de piedra en Nokogiriyama, Chiba. O contempla la mejor panorámica del monte Fuji tras una pagoda y cerezos en flor, en el parque Arakurayama Sengen, de la prefectura Yamanashi. Acompáñanos en estas y otras excursiones, desde Tokio.

La primera opción para los que quieran conocer Japón un poco más a fondo es el pintoresco pueblo de Nagatoro, una localidad enclavada en las montañas a orillas del río Arakawa. Ya en el siglo XIX se convirtió en un destino popular para disfrutar de los bosques vírgenes de la isla de Honshū y hoy los turistas viajan a Nagotoro para contemplar desde barcas tradicionales las famosas formaciones rocosas de Iwadatami o incluso experimentar un subidón de adrenalina surcando los rápidos y practicando rafting. La zona también se ha convertido en un punto de referencia para los amantes de los deportes al aire libre, como el hiking: en el monte Hodo se pueden realizar rutas aptas para todos los niveles frente a los cambios naturales que transforman el paisaje con cada estación, como a partir de noviembre, cuando florece la única flor que brota en esta época del año: el dulce del invierno. Puedes llegar hasta Nagatoro desde Tokio en tren, tomando la línea Seibu hasta la estación de Seibu-Chichibu o la línea Tobu hasta la estación de Yorii, para después subir al ferrocarril que te llevará a la histórica y centenaria estación de Nagatoro.

Escena otoñal (por los colores del bosque) en los rápidos de Nagatoro.
Escena otoñal en los rápidos de Nagator

Aunque a mayor distancia desde Tokio (el viaje en tren suele tardar tres horas), la ciudad de Nara, al sur de la isla, es un destino imprescindible para conocer el Japón más tradicional. El destino es famoso por el parque de Nara, junto al monte Wakakusa, habitado por una extensa población de ciervos mansos que transitan libremente por toda la localidad, acercándose a los visitantes para recibir las galletas shika senbei, que se venden en la zona específicamente para alimentar a estos mamíferos. Aunque los animales están acostumbrados a la presencia humana, hay que recordar mantener una actitud extremadamente respetuosa con ellos y con su entorno. En Nara además se encuentran ocho enclaves históricos y monumentales declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, como el templo budista Tōdai-ji, cuya sala Daibutsu-den o Sala del Gran Buda es el edificio de madera más grande del mundo –cuenta con un Buda de bronce en su interior de 16 metros de altura–, o el templo budista Kōfuku-jim, con la segunda pagoda más alta de Japón. Nara fue la primera ciudad imperial del país y su capital entre los años 710 y 784, por lo que también se pueden visitar los restos del Palacio Heijō. Con el llamado tren bala de Japón, el Shinkansen, puedes llegar hasta Kioto, otra de las ciudades imprescindibles, y desde allí enlazar a través de uno de los trenes que conectan con Nara en un trayecto de entre 40 y 50 minutos.

Torre de la campana del templo Todaji de Nara
Torre de la Campana del templo Tōdai-ji de Nara

El monte Nokogiri, en la región de Kanto, a hora y media en el tren especial Sazanami que circula los fines de semana desde Tokio, alberga otro Buda. Con más de 31 metros de altura, el de Nokogiri es el Buda (antiguo) más grande de Japón, tallado en granito directamente en la misma montaña. La escultura fue realizada en el año 1783 y forma parte del complejo del Templo Nihon-ji, fundado en el año 725, precisamente durante el período Nara y cuyas construcciones se encuentran repartidas por todo el entorno, conectadas entre sí por caminos que hoy se han convertido en rutas de senderismo. Un ejemplo es el Sengohyaku Rakan, un sendero donde pueden apreciarse más de 1500 esculturas de más pequeños tamaño, pero también talladas directamente en la roca. Desde lo alto del monte Nokogiri, a 330 metros, hay varios miradores, como el de Jigoku Nozoki, conocido como “la vista del infierno”, que afrece una panorámica de 360º con vistas a las penínsulas de Bōsō y de Miura (al otro lado de la bahía) y al canal de Uraga. Visita también Hyaku-Shalu Kannon, un monumento de 30 metros de altura que se construyó en los años 60 del siglo pasado en memoria de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

Gran Buda de Nokogiri, de 31 metros de altura
Gran Buda de Nokogiri, de 31 metros de altura

Nuestra siguiente parada es el Parque Arakurayama Sengen, situado en la ciudad de Fujiyoshida, en la prefectura de Yamanashi. Dentro del parque se encuentra el santurario Arakura Fuji Sengen-jinja con la pagoda que mejores vistas ofrece del monte Fuji en todo Japón, la pagoda de Chureito, de 26 metros de altura y construída en 1962. Aunque los paisajes más espectaculares del parque se dan en primavera, durante la floración de los cerezos, es en invierno cuando la óptimas condiciones de visibilidad se hacen posibles para conseguir las mejores panorámicas del monte Fuji. Dentro del parque además, hay varias rutas de senderismo aptas para diferentes niveles. Para llegar hasta el Parque Arakurayama Sengen desde Tokio puede utilizarse una combinación de trenes hasta llegar a la estación de Shimoyoshida, aunque la forma más rápida de llegar es por carretera, por lo que la mayoría de turistas suele decantarse por una excursión organizada de un día.

Vista del monte Fuji desde el interior del parque Arakurayama Sengen
Vista del monte Fuji desde el interior del parque Arakurayama Sengen

Nuestra última propuesta es Nikkō, en la prefectura de Tochigi, donde se encuentra un complejo monumental declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1999. Aldea enclavada entre montañas y con una naturaleza exhuberante, en ella se encuentra el santuario Nikkō Toshogu, construído en memoria de Ieyasu Tokugawa, que cuenta con 10 edificios impresionantes. Busca en ellos las tallas del gato dormido, del elefante imaginado y la de los tres macacos que no ven, no dicen y no oyen el mal. Visita también el mausoleo de Ieyasu y salón Honjido, conocido por su pintura del “dragón llorón” y por la impresionante acústica del lugar. Al salir de este complejo, acércate el santuario Futarasan, mucho más pequeño pero también más antiguo, y el mausoleo Taiyuinbyo de Tokuwaga Iemitsu, nieto de Ieyasu Tokugawa. Al lado, el puente Shinkyo es uno de los más bellos de Japón y protagonista de algunas de las instantáneas más reconocidas del país nipón. Llegar hasta Nikkō desde Tokio en el tren bala Tohoku Shinkansen.

El santuario Nikkō Toshogu se encuentra enclavado en plena naturaleza
El santuario Nikkō Toshogu se encuentra enclavado en plena naturaleza