Temporada de calçots
Con el final del invierno se inicia en Cataluña la temporada de calçots, uno de los platos cumbre de la gastronomía de esta región. La forma tradicional de consumir estas tiernas cebollas, cocinadas a la brasa, es con salsa romesco o con salvitxada, acompañadas después de un segundo plato de carnes asadas. Este invierno viaja a Barcelona con el puente aéreo desde Madrid, que acaba de cumplir 50 años conectando ambas ciudades, y llévate esta guía donde te contamos todo lo que debes conocer para disfrutar de la mejor calçotada, incluyendo algunos restaurantes clásicos para degustarla.
Cuenta la leyenda que a Xat de Benaiges, un campesino de Valls, se le quemaron las cebollas que preparaba a las brasas, allá por finales del siglo XIX, y al pelar las capas quemadas y descubrir la ternura en el interior, nacieron los calçots. Según los vecinos las iban probando iban descubriendo su delicioso sabor, por lo que al año siguiente ya se sacaron las brasas y las mesas para organizar las primeras las calçotadas. Fue el instinto gastronómico del pueblo el que naturalmente emparejó a estas cebollas con la salvitxada o con la salsa romesco (es importante diferenciarlas) y, desde entonces, los inviernos catalanes se han enfrentado de otra manera. Los calçots cuentan con Indicación Geográfica Protegida (IGP), una distinción que atrae a comensales de todo el mundo.
Los calçots son un tipo de cebolla blanca y tierna con una longitud entre 15 y los centímetros y un diámetro de unos 2. Aunque su cultivo nació en Tarragona hoy se extiende por el valle del Ebro y por todo el interior de Catalunya. Su nombre, que no se asentó hasta la segunda mitad del siglo XX, hace referencia a la forma tan especial en la que se cultiva esta cebolla, amontonando la tierra sobre los brotes, es decir, " calçant la terra sobre els brots". Es este el motivo por el que los calçots adquieren su forma alargada característica que ha convertido el momento de degustar este plato, marcado por la dulzura de estas cebollas, en un acto tan reconocible. Sin embargo, el proceso para cultivar calçots es largo y complejo: las semillas se plantan entre octubre y diciembre y se dejan germinar y desarrollarse hasta verano --momento para el cual es simplemente una cebolla --, procediendo a arrancarlas en este momento, para después replantarlas sin la parte superior de las hojas, siguiendo el proceso de amontonar la tierra.

Las calçots se pueden disfrutar por toda Cataluña desde enero hasta a abril y siempre se cocinan a la brasa. Cuando la capa exterior de los calçots está completamente negra se retiran del fuego y se envuelven en papel de periódico para conservar el calor. En las calçotadas, definidas como comidas comunitarias en las que se disfrutan los calçots en compañía de amigos y familiares, el ritual es tan importante como el sabor. Primero, se toma un calçot por la parte superior, se retira la capa exterior quemada con cuidado y, sujetándolo en alto, se lleva a la boca para disfrutar de la parte tierna, con generosa salsa romesco o salvitxada, que contrasta con el calor de las cebollas. A este primer plato le siguen sabrosas carnes o butifarras típicas de la zona, también hechas a la brasa El primer domingo de enero se celebra en la cuna de los calçots la famosa Gran Fiesta de la Calçotada de Valls, el evento más emblemático relacionado con este alimento, marcando el inicio de la temporada para el resto de Cataluña. Normalmente incluye concursos de cultivadores, degustaciones, exhibiciones de salsa romesco y espectáculos tradicionales. Desde ese momento se organizan calçotadas en las masías del interior de Cataluña hasta bien entrado marzo e incluso abril, especialmente durante los fines de semana, ofreciendo además degustaciones de vinos locales y de postres típicos, como la crema catalana.

Can Travi Nou es uno de los mejores lugares para disfrutar de calçots. Este restaurante, que abrieron Josep Soler y María Teresa Ribatallada hace 40 años en una masía del siglo XIX, ofrece un exquisito menú de calçotada a partir del 7 de enero. Toda una experiencia donde los calçots abren boca, seguidos de una coca de Maresme tostada con tomate y aceite de oliva, para dar paso después a una increíble parrillada de carne a la brasa, con pollo, chistorra, morcilla, cordero y butifarra de la Garriga con alubias y patata asada con rescoldo con alioli. La guinda del pastel la ponen el vino tinto de la casa y la crema catalana. El establecimiento de Horta, un oasis en pleno casco urbano barcelonés prepara los calçots en su brasa de carbón y los acompaña con salsa romesco, “de almendra y avellana, tomate y ajo escalivados, aceite, vinagre, sal, pimienta y pan tostado”, desvela el chef Salva Zurano, que puede llegar a servir hasta 20 000 calçots a la semana.
El grupo Can Travi destaca por mantener la tradición en sus calçotadas, respetando la calidad de los ingredientes y el proceso de cocción a la brasa, lo que se une a su atención al detalle y los magníficos entornos históricos donde ubican sus restaurantes. Es por esto por lo que Can Cortada, restaurante abierto en 1994 a poca distancia de Can Travi Nou en un palacio restaurado del siglo XI y declarado hoy Patrimonio Artístico de Barcelona, ofrecen una experiencia sin igual para disfrutar de los calçots, en este caso acompañados de tostadas de pan de payés con tomate, ajo y aceite de oliva. El Pintor, del mismo grupo, es el punto de referencia gastronómico en pleno Barrio Gótico, d situado en un taller restaurando –que da nombre al restaurante—del siglo XIX. El principal atractivo de este restaurante es que a su menú de calçotada añade una exquisita opción vegana con un arroz a las verduras y más variedad de platos para acompañar a los calçots, ofreciendo, por ejemplo, alcachofas a la plancha o bacalao a la llama.

Otra gran opción para disfrutar de una calçotada es el restaurante La Llar de Foc, ubicado en la localidad de Sant Feliu de Codines, a unos 40 minutos de Barcelona. Este restaurante destaca por su ambiente rural y su excelente brasa, perfecto para los que quieren vivir una experiencia auténtica, donde preparan los calçots de manera tradicional. Normalmente también presentan un menú de calçotada donde suelen aparecer los imprescindibles: calçots servidos con su salsa romesco, seguidos de una selección de carnes a la brasa, con acompañamientos como judías, patatas al caliu y alioli casero. Además, La Llar de Foc ofrece vinos de proximidad y postres tradicionales catalanes, haciendo de cada visita una experiencia gastronómica completa y memorable.
Otra opción para los que no quieran moverse de Barcelona es la brasería Casa Masana, ubicada en el corazón del Eixample. Este restaurante se especializa en cocina a la brasa, ofreciendo una variedad de platos que destacan por su elaboración artesanal y sabores auténticos. Durante la temporada de calçots, Casa Masana ofrece un menú especial de calçotada, que incluye una selección de carnes a la parrilla, como butifarras y otras especialidades, todo ello en un ambiente especialmente acogedor y familiar.
