Ruta por la Grecia clásica: de la Atenas de Pericles a Bizancio
“En el palacio erigido en la cima del monte Olimpo, la cumbre más alta de Grecia, estaban los aposentos privados del rey Zeus, el dios padre, y la reina Hera, con vistas a las famosas ciudades de Atenas, Tebas, Esparta, Corinto, Argos y Micenas”. Lo cuenta el helenista Robert Graves. Como si fueran dioses olímpicos, los visitantes de la Grecia actual pueden abarcar, sin alejarse demasiado de Atenas, toda la gloria de la clásica. No de un solo vistazo, pero sí en un único viaje que incluye la época prodigiosa en la que los griegos lo inventaron todo, la que va de la democracia y la filosofía al adiós del imperio bizantino pasando por las conquistas de Alejandro Magno: de la cuna de las Olimpiadas a la gloria corintia, los misteriosos acantilados de Delfos o los placeres campestres del Monasterio de Osios Loukas. Y como recomienda Graves, a pesar de lo imponentes que resulten los restos milenarios, el visitante puede restarles solemnidad recordando que casi todos se erigieron en honor a una familia de dioses “grande y pendenciera”, siempre envuelta en líos de lindes, deseos y amoríos.
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1 Parada 1: La Acrópolis
La fascinante ciudad de Atenas presume por igual de museos únicos, omnipresentes olivos en sus laderas y zonas verdes como el Jardín Nacional de Atenas. Sin embargo, lo que le da sentido es su corazón de piedra, los restos de la Atenas dorada, la que vivió la democracia radical de Pericles en el siglo V antes de Cristo, con el Partenón literalmente a la cabeza. Su impactante silueta blanca de formas dóricas corona la Acrópolis, el complejo monumental griego más icónico de la cultura helénica.
Para entenderlo del todo hay que descender hasta el Museo de la Acrópolis, donde se exhiben y explican todos los restos rescatados. Aquí, la estrella son las cariátides que decoraban el Erecteión.
Desde ningún sitio se observan las evoluciones de la luz sobre sus columnas (de blanca a naranja) como desde la colina de Filopapo, que ofrece una vista frontal y cercana / Imagen de sea and sun:AdobeStock -
2 Parada 2: El Olimpeion
Tras esta visita, que ayuda a entender todo lo que vino después, de Roma a América, del paganismo al cristianismo, de las catedrales a las plazas mayores, la ciudad aún tiene mucho clasicismo que ofrecer. El templo de Zeus Olímpico, el Olimpeion, que tardó 700 años en terminarse es una cita ineludible, pues durante siglos fue el templo más grande de Grecia.
El Olimpeion ya en la época romana, inspiraba las celebraciones deportivas y religiosas del estadio Panatenaico del siglo IV a. C., que se reconstruyó en mármol para acoger los primeros Juegos Olímpicos modernos en 1896 / Imagen de TTstudio: AdobeStock -
3 Parada 3: El Ágora Antigua y el Ágora romana
Después de este emocionante encuentro, las posibilidades se multiplican: el Ágora Antigua donde se daba curso a la vida cotidiana, a la democracia y al comercio, con el templo de Hefesto y la Estoa de Átalo son visitas imprescindibles. No pueden quedarse atrás el Ágora romana y la Biblioteca de Adriano, donde conocer la evolución posterior de la ciudad de Pericles.
El de Hefesto es el templo dórico mejor conservado de toda Grecia / Imagen de Juan Carlos Muñoz: AdobeStock -
4 Parada 4: La Antigua Corinto
En las cercanías de la inacabable Atenas, siempre a menos de dos horas de viaje, la Grecia clásica se conserva en ciudades tan majestuosas como la Antigua Corinto. La capital puede presumir de que su momento de gloria precedió al de Atenas: el siglo VI a. C., cuando su estratégica salida al mar la convirtió en un centro comercial preminente. La ciudad que vemos ahora es fundamentalmente romana, tras siglos de guerras y saqueos.
El dórico Templo de Apolo (siglo V a. C.) es la excepción, junto a los restos de una stoa en la que hay que imaginarse las largas columnas que sostenían el edificio / Imagen de borisb17 -
5 Parada 5: El teatro de Epidauro
El siguiente desvío conduce al teatro de Epidauro, una obra pública que juega en la misma liga que el Coliseo de Roma. Se trata de un anfiteatro erigido en el siglo IV a. C. con capacidad para albergar a 12.000 espectadores. Es fácil sugestionarse recorriendo sus gradas, sobre todo si se tiene la suerte de asistir a las modernas representaciones que aprovechan su prodigiosa acústica: la voz del actor menos ruidoso llega intacta hasta la fila más alta de las gradas.
El teatro de Epidauro, en la pequeña ciudad homónima, es el mejor conservado de los teatros antiguos y albergaba unos juegos panhelénicos en los que se mezclaban deporte y teatro, religión y política / Imagen de Oriol: AdobeStock -
6 Parada 6: Acrópolis de Micenas
La siguiente parada es la Acrópolis de Micenas, el legendario reino que Agamenón llevó a lo más alto y que dominó Grecia durante 400 años. Patrimonio de la Humanidad, sus imposibles murallas de 13 metros de alto, 7 de grosor y hechas con bloques de hasta 6 toneladas, hicieron pensar a los antiguos griegos que habían sido construidas por cíclopes, los albañiles del propio hogar de los dioses en el monte Olimpo. Hoy se puede visitar la Tumba de Agamenón, del 1300 a. C., de techo abovedado y con un pasillo de 40 metros que conduce a una gran cámara en forma de colmena. Por su parte, el Museo de Micenas muestra las finas joyas, las armas de bronce y los frescos que decoraban los edificios, todas las pistas de la grandeza de esta ciudad.
La Acrópolis de Micenas aparece en la Ilíada y en la Odisea como una ciudad bañada en oro / Imagen de Oriol: AdobeStock -
7 Parada 7: Delfos
Delfos significa útero en griego clásico, y es el ejemplo más evidente de la alta estima que tenían los griegos a sus ciudades y su cultura. El celebérrimo oráculo de Delfos, al que se consultaban las decisiones más importantes, estaba situado en su Templo de Apolo y era una mujer. Sus siempre crípticas predicciones cambiaron el curso de la historia helénica. Sus edificios, su alta ubicación en las laderas del monte Parnassos y sus largas vistas sobre valles salpicados de olivos y cipreses que terminan en el golfo de Corinto forman un conjunto en el que es fácil dejar volar a la imaginación para que aterrice en los misteriosos tiempos del oráculo.
La antigua ciudad de Delfos se asoma a un espectacular acantilado que contagia la sensación de estar en la cima del mundo / Imagen de Mapics: AdobeStock -
8 Parada 8: El Monasterio Osios Loukas
A media hora de Delfos, terminamos la ruta con una parada algo más gastronómica. El Monasterio de Osios Loukas, perdido entre los montes y protegido como Patrimonio de la Humanidad cuenta con algunos récords. De sus olivares, mimados por los monjes, salen los mejores aceites y mieles ecológicos de Grecia. Los muros de su iglesia principal, Agios Loukas, poseen los mejores frescos bizantinos del país. Rodeados de mármol, iconos y mosaicos, su efecto se completa con unos dramáticos contrastes de luces y sombras.
En el Monasterio Osios Loukas está enterrado San Lucas, el ermitaño ortodoxo al que está dedicado / Imagen de Pavel: AdobeStock