Arquitectura de otro mundo en Tokio
Con sus neones, sus edificios de siluetas imposibles y su mezcla entre vanguardia y tradición, Tokio es el destino que más se parece a nuestra idea de una ciudad futurista. Punto de encuentro y a la vez heredera de una tradición intelectual y artística milenaria, la capital de Japón es una ciudad con un skyline impresionante por el que, a veces, incluso asoma el Monte Fuji. Recorre con nosotros la lista de hitos arquitectónicos del Tokio más contemporáneo, algunos de premiados genios nacionales de la talla de Kengo Kuma.

En el barrio de Shinjuku, el Ayuntamiento de Tokio es un punto turístico de referencia, no sólo por su calidad arquitectónica, sino por contar con uno de los mejores miradores de la ciudad, a 202 metros de altura, desde el que se puede llegar a ver el Monte Fuji. El diseño es obra de Kenzō Tange, uno de los mejores arquitectos de Japón y ganador del premio Pritzker en 1987. El complejo cuenta con tres rascacielos, siendo el más reconocido de ellos el Edificio nº1, cuya apariencia reproduce una visión contemporánea de una catedral gótica.

Como si de un escenario del universo de Dune se tratase, a poca distancia de la Tokyo Tower se encuentra el templo Reiyukai Shakaden, una estructura piramidal de color negro construida en 1975 por la Corporación Takenaka. Este monumental templo, abierto al público, alberga la sede principal de Reiyūkai, una asociación internacional que practica el budismo laico. En su interior se encuentra un Buddha gigante y una reserva de 45 000 litros de agua potable, que podría usarse en caso de desastre natural.

De camino a las próximas paradas, no olvides fijarte en la extensión de la Estación de Shibuya, una de las más concurridas de Tokio. Fue el arquitecto Tadao Ando, también ganador del Premio Pritzker en 1995, el encargado de diseñar en 2008 esta extensión para alojar nuevas líneas de metro. Ya en aquel momento se diseñó para ser en una estación sostenible con un sistema de ventilación y regulación térmica natural, algo excepcional en construcciones de este tipo, para lo que cumplen un papel muy importante las chichusen, unas estructuras que parecen naves espaciales.

En el distrito de Shibuya, con los famosísimos barrios de Harajuku y Omotesando, existen joyas arquitectónicas escondidas como los apartamentos Bay Window Tower House, con su llamativo uso del hormigón, o las sinuosas líneas de los edificios R O O B 5, entre el modernismo y el art nouveau, y el futurista Sunwell Muse Kitasando. No obstante, la cumbre de la arquitectura local es el Gimnasio Nacional de Yoyogi. Diseñado también por Kenzō Tange para los Juegos Olímpicos de 1964, de nuevo albergó competiciones en 2021. Lo más impresionante de este estadio es su techo suspendido, una innovación que es considerada una de las estructuras más influyentes de la arquitectura japonesa moderna.

En el barrio de Omotesando se encuentra un boulevard comercial considerado como uno de los mejores lugares del mundo para realizar compras de lujo, con algunas de las construcciones más fantásticas de Tokio. Cada boutique mantiene su estética propia: la de Miu Miu, una estructura opaca diseñada por el estudio Herzog & Meuron que imita la forma de una caja de cartón al revés, contrasta con la de Prada, del mismo estudio, una construcción transparente y ligera, que parece un acuario urbano. Otro punto interesante lo forma el Omotesando Keyaki de Dan and Associates, rodeado por el edificio en forma de L de Tod's, de Toyo Ito, de nuevo ganador del premio Pritzker. No te pierdas, a 5 minutos, la sede de Dior en Tokio.

Ginza, un sofisticado distrito comercial con siglos de antigüedad, presenta una muestra de arquitectura de primer nivel. Fue uno de los lugares a través de los que la estética occidental arribó a Japón, como demuestra el edifico Ginza Wako, construido en 1932 con influencias de los estilos neoclásico y art decó. Allí también se encuentra Louis Vuitton Ginza Namiki, con su fachada completamente renovada por Jun Aoki & Associates e inspirada en el movimiento del agua. Otra de las fachadas más reconocidas del distrito es la del Ginza Place, del estudio Klein Dytham en colaboración Taisei, una reinterpretación contemporánea de la artesanía tradicional japonesa.

El Palacio Imperial de Tokio, residencia oficial del Emperador de Japón, se encuentra situado en los terrenos del antiguo castillo Edo, rodeado por los jardines de Chiyoda. Las actuales construcciones palaciegas datan de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, aunque muchas de ellas han sido reconstruidas durante la segunda mitad del siglo XX tras haber sido gravemente afectadas durante la Segunda Guerra Mundial. Sólo se puede acceder a los terrenos interiores del complejo a través de visitas guiadas, pero allí se pueden encontrar enclaves como el puente de Nijubashi, el mejor punto para observar la arquitectura tradicional del Palacio Imperial.

En 1996 fue completado el Foro Internacional de Tokio, un centro de convenciones con capacidad para albergar eventos de 5000 invitados. El arquitecto que firmó esta contrucción de 27 500 metros cuadrados fue el uruguayo Rafael Viñoly, plasmando su estilo habitual en una construcción donde acero y vidrio adoptan curvas imposibles. Su atrio central cuenta con paredes de cristal suspendidas que permiten que la luz interior del edifico pueda ser observada desde distintos puntos de la ciudad.
En el barrio de Shinjuku, el Ayuntamiento de Tokio es un punto turístico de referencia, no sólo por su calidad arquitectónica, sino por contar con uno de los mejores miradores de la ciudad, a 202 metros de altura, desde el que se puede llegar a ver el Monte Fuji. El diseño es obra de Kenzō Tange, uno de los mejores arquitectos de Japón y ganador del premio Pritzker en 1987. El complejo cuenta con tres rascacielos, siendo el más reconocido de ellos el Edificio nº1, cuya apariencia reproduce una visión contemporánea de una catedral gótica.