Desde Split y en un día
A la costa dálmata nadie le discute el título de “zona más bella de Croacia”. Es, desde luego, la más visitada y en su puro centro está Split, a la que puedes acceder desde 7500 Avios por trayecto y es elegida a menudo como cuartel general de las visitas al país. Sus ecos romanos y sus muros medievales en los que rompe el Adriático, se disfrutan más si se combinan con los muchos encantos que la rodean. Lo más común es embarcarse en un ferry o en un taxi acuático para visitar las islas más cercanas, como Brač, Hvar, Vis y Korčula, todas tan diferentes entre sí. O la mucho más local y mediterránea Solta. Pero ¿y si nos adentramos hacia el oeste para visitar la ciudad barroca de Trogir? ¿O vamos un poquito más lejos, hacia el norte, para pasear por la veneciana Šibenik y bañarnos en alguna de las cascadas del Parque Nacional de Krka? Un mundo de estimulantes posibilidades viajeras a tiro de excursión de Split.
Poker de ases: las islas de Hvar, Brač, Vis y Korčula
Asumiendo que hay más de 1200 islas en Croacia y que las de la costa dálmata se cuentan por cientos, elegir sólo cuatro parece muy atrevido, pero lo hemos hecho. Cada una tiene su propia personalidad, con nombres similarmente cortos. Hvar huele a pino y a lavanda: a tienda de velas. Es la isla de las plantas aromáticas, que, además de perfumar, aportan color y formas. Puede que eso sea lo que lleva ya años atrayendo a un turismo de ricos y famosos o puede que sean las preciosas calles empedradas de su capital, con edificios venecianos y mucho mármol.

Brač es famosa por la piedra blanca de sus canteras. Con ella se construyeron dos centros de poder con milenios de distancia: el Palacio de Diocleciano de Split y la Casa Blanca estadounidense. De esa piedra son también los acantilados salpicados de pinos, los accidentes del terreno de los olivares, los viñedos y los campos de cerezos. Y también la arquitectura popular de los numerosos pueblos de esta extensa isla. cuyo punto más fotografiado puede que sea Zlatni Rat, una larga y fotogénica playa de guijarros.

La particularidad de Vis, por su parte, reside en su aislamiento, ya que fue base militar durante casi 40 años, hasta 1989. Su personalidad la conforman los omnipresentes viñedos, la escarpada costa hecha de acantilados, cuevas y calas y dos ciudades principales: la aristocrática Vis Town y la pesquera Komiža.

Por último, en Korčula, el paisaje tiene otros matices, con montañas que cruzan la isla y alcanzan los 560 metros de altura, playas de arena entre los acantilados y bosques apretados de robles, cipreses y, cómo no, pinos carrascos. Como su historia es larga (empieza en la prehistoria) y accidentada (con guerras entre venecianos y reyes croatas; entre turcos y genoveses) los restos medievales decoran muchos de los pueblos en sus 47 kilómetros de longitud y, sobre todo, su capital, Korčula.

Solta, la estrella menos conocida
La isla retiro de Diocleciano, a tan solo 9 millas náuticas de Split, sin grandes monumentos, modesta y pacífica, está a la sombra de las más famosas. Y precisamente por eso es más asequible, más natural, con menos aglomeraciones, y, también, el lugar ideal para comer y beber. Cuenta con olivos milenarios (que dan el aceite más famoso del país), vinos suaves y todo tipo de productos agropecuarios.

Trogir, la isla amurallada
Una imponente muralla medieval abraza la breve y coqueta ciudad de Trogir, una isla de un kilómetro conectada por tres puentes con tierra firme, patrimonio de la humanidad y situada a menos de media hora de Split. En los 400 metros de su paseo marítimo, las pausadas cafeterías dan directamente a los yates. Detrás del paseo, por su laberíntico trazado urbano menudean los palacios y templos románicos, góticos y barrocos, mientras que la vida cotidiana está traspasada de belleza. Abundan los detalles arquitectónicos de buen gusto (puertas de madera, ventanas de cuento, rejas escultóricas…), los jardines perfumados y los patios edénicos. Su emblema indiscutible es la catedral de San Lorenzo, con una portada románica única y una torre de 47 metros y tres pisos que alterna los tres estilos arquitectónicos característicos de la ciudad.

Šibenik la medieval y el parque de Krka
Las empinadas callejuelas de piedra de Šibenik descienden, entre casas bajas de aire medieval, a la impactante catedral románica de piedra caliza y mármol de Brač, la de Santiago.

Desde aquí, se accede a algunas de los mejores atractivos naturales de Croacia, como las islas Kornati, el centro de aves rapaces de Sokolarski y el Parque Nacional de Krka. Éste último, con sus 109 kilómetros cuadrados, sigue el cauce del río homónimo mientras forma cascadas, lagos y rápidos a lo largo de un cañón de hasta 200 metros de profundidad. Un bucólico paisaje verde y azul surcado por miles de aves, que recorre valles como el de Roški Slap, punteado de molinos de agua y con un desfiladero de 150 metros, forma lagos como el de Visovac, que convirtió en fértiles los terrenos del monasterio bizantino de Krka (de 1402) y del monasterio de Samostan Visovac, situado en una isla. Un paisaje natural y cultural extraordinariamente conservado que se puede alcanzar desde Split en una excursión de un día, pero en el que apetece quedarse muchos más.