Comunidad Iberia Plus Jesús Huarte
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Hablamos con Norman Foster, un referente de innovación inagotable

El premiado arquitecto británico, pionero en la exigencia sostenible y estudiante confeso a los 84 años, comparte su visión de ese futuro mejor por el que trabaja con la Norman Foster Foundation desde Madrid y en todo el mundo.

¿Qué significa para usted volar?

Siempre me ha inspirado el desafío a la gravedad que supone. Ver despegar un avión desde la pista es algo mágico para mí, incluso conociendo las leyes físicas de la presión sobre el alerón o la pala de rotor. El espectáculo de fuerzas invisibles elevando una máquina tan pesada en el aire parece algo ajeno a cualquier explicación. Es un momento maravilloso que no me canso ni me cansaré de ver, porque estos artefactos voladores tiene una belleza abstracta propia. Los primeros triplanos con sus delicadas alas unidas por barras y tracería de cables en tensión dieron paso al monoplano, un avión con una sola ala sostenida en un fuselaje monocasco, donde el revestimiento no era un tejido adherido a una estructura de madera, sino una cubierta de metal que funcionaba estructuralmente con las cuadernas metálicas interiores. El nacimiento de este hito tecnológico coincidió en el tiempo con el descubrimiento de la aerodinámica, que permitía que una forma flotante ligera, pulida en un túnel de viento, se deslizara con rapidez  el aire.

¿Le ve alguna relación con el arte?

Las hermosas formas de las aeronaves clásicas, desde los años 30 hasta ahora, fueron primero talladas en bronce por artistas. Compara las obras de Boccioni, Brancusi y Moore con los aviones que vinieron después. El ala en voladizo que liberaría la nave de las fuerzas de la gravedad tenía también un equivalente en la arquitectura de su época, que aún conservamos. Piensa en la Casa de la Cascada de Frank Lloyd y sus balcones que parecen flotar etéreos sobre la caída que hay debajo, o en los voladizos verticales de cualquier edificio algo sostenido contra las fuerzas naturales por una pequeña base en tierra firme... También se pueden establecer vínculos con la naturaleza. Un planeador con sus finas alas extendidas puede, como un ave, recorrer largas distancias impulsado simplemente por las corrientes de aire, a base de energía solar. Y cuando te sientas al frente de los controles y elevas una máquina en el espacio, cruzando continentes, océanos y husos horarios, ocurre otra experiencia estética y espiritual: una inmersión en el cielo, las nubes y los grandes patrones climáticos. Como estudiante, dibujas el sol sobre un edificio nacido de tu imaginación y, una década después, te ves allí en la realidad. Miras abajo y ves celebraciones y conflictos de un mundo construido sobre la tierra, desde una perspectiva que impresiona y sorprende.

El arquitecto, a la entrada de la Norman Foster Foundation, junto a un grupo de estudiantes y colaboradores durante la tercera edición del Robotics Atelier (2019)
El arquitecto, a la entrada de la Norman Foster Foundation, junto a un grupo de estudiantes y colaboradores durante la tercera edición del Robotics Atelier (2019)

¿Conserva todos sus dibujos? 

A lo largo de los años he ido perdiendo algunos, pero la mayoría de los bocetos y dibujos los conservo en libros en formato A4 que siempre llevo conmigo. Nunca dejo de escribir y hacer bocetos, incluso cuando viajo. Siempre uso un lápiz, a veces tinta y en ocasiones añado color.

A pesar de su alcance global, ¿cómo de importante es para usted mantenerse aferrado a lo local?

A menudo utilizo la expresión “piensa en global, pero actúa en local”. No existen dos lugares iguales y muchas veces las diferencias culturales e intangibles entre países yacen bajo la superficie, como por ejemplo, entre el Feng Shui y la geomancia.

¿Cómo visualiza el futuro de las ciudades?

Lo veo muy conectado al futuro de la movilidad. Las generaciones más jóvenes evitan hoy tener vehículos en propiedad, utilizan aplicaciones para compartir coche. La Inteligencia Artificial está dando paso a una nueva hornada de vehículos robóticos que utilizan, en su mayoría, energía eléctrica y son silenciosos y limpios. Al mismo tiempo, la tecnología de los drones ha permitido crear prototipos de transporte de pasajeros. La eliminación gradual de combustibles fósiles podría reducir la disponibilidad de fertilizantes derivados. Si a esto le añadimos una probable escasez de agua, la agricultura acabará trasladándose a las ciudades en forma de cultivos hidropónicos con un considerable aumento de la producción utilizando una mínima cantidad de agua. Si trato de trasladar estas tendencias a una ciudad del futuro, la imagino más verde, tranquila y agradable para los peatones, con las ventajas de una ciudad tradicional del pasado, pero sin contaminación ni congestión. Las zonas que ahora están ocupadas por aparcamientos podrían liberarse y convertirse en verdes. La agricultura urbana podría mover la producción y comercialización de productos frescos al centro. Gracias a la tecnología de cancelación del ruido, podría desarrollarse un sistema de movilidad aérea para ambulancias, bomberos y otros servicios de emergencia. Las gigantescas centrales eléctricas y las obras de alcantarillado darán lugar a fuentes más localizadas de energía y micro-redes que proporcionen energía y conviertan los residuos en energía y fertilizantes. 

La despoblación en zonas rurales es ya un problema política. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Estoy muy involucrado con este tema en una localidad del Valle suizo de Engadin llamada La Punt. El año pasado, 40 jóvenes de sus 700 habitantes la abandonaron para mudarse a la ciudad. Los trenes ya no paran en la estación, el colegio y las tiendas están a punto de desaparecer, los hoteles y restaurantes han ido cerrando y la comunidad cada vez tiene menos vida. Junto a dos emprendedores que vinculados a la localidad, hemos creado un centro de operaciones —una especie de edificio para atraer a un nuevo tipo de visitantes— para trabajadores deportistas. Este centro constituirá el tercer lugar de un individuo después de su hogar y su trabajo. Está inspirado en la arquitectura tradicional, el arte y el paisaje de la región, y combinará espacios para trabajar, vivir, hacer deportes (al aire libre), negocios locales y zonas para artistas, artesanos y galerías.

El premiado arquitecto Norman Foster nos habla de innovación de los proyectos de su fundación Norman Foster Foundation.

¿Qué significa para usted la innovación?

Innovar es cambiar a mejor para el futuro. Forma parte de los principios de la Fundación Norman Foster y suele surgir de la colaboración entre diversas disciplinas, rompiendo las barreras entre las profesiones y los grupos de interés. Un ejemplo de esto es la colaboración de nuestra fundación y el MIT en la búsqueda de fuentes de energía autónomas, una alternativa a las centrales eléctricas y a la red de cableado: fuentes de energía del tamaño de un contenedor y microrredes o incluso un sistema de “energía en una caja” para cada edificio. Los incentivos son muchos. El uso de la fisión de nueva generación como trampolín para la fusión hace que el concepto se encuentre disponible como la única forma segura de reducir el carbono y de cumplir con los límites para luchar contra el calentamiento global, incluso asumiendo una gran inversión e investigación en el ámbito de las energías renovables. El punto de salida de esta iniciativa fue atajar la difícil situación de los habitantes de los barrios marginales; esos más de mil millones de personas que, en diferentes grados, no tienen un refugio adecuado, ni acceso a electricidad, agua potable o un sistema moderno de saneamiento. Un equipo de la Fundación en la provincia india de Odisha, junto al gobierno provincial y los Tata Trusts, ha demostrado la posibilidad de transformar los barrios marginales desde el interior, en lugar de arrasarlos y reubicar a sus comunidades, con las consecuencias sociales que eso conlleva.

Usted empezó a preocuparse por el medio ambiente hace más de 50 años…

Nuestra defensa de un enfoque ecológico de la arquitectura y la infraestructura se remonta a finales de los años sesenta, antes de que el término “verde” se pusiera de moda. Nuestros proyectos entonces mostraron cómo podíamos aprovechar la energía solar y eólica para desalinizar agua de mar, convertir los residuos humanos en fertilizantes y utilizar la tecnología para reducir el consumo de energía de los edificios. Este enfoque resultaba muy radical en aquel momento. Hemos demostrado de forma empírica que una universidad en medio del desierto puede funcionar exclusivamente a base de energía solar. Para ello, hemos probado que se pueden combinar las técnicas que se utilizaban en el desierto cuando no había electricidad con tecnologías y materiales de nuestro tiempo. Ser ecológico es trabajar con la naturaleza. El reto es construir edificios sanos para sus ocupantes, que también afronten los retos del calentamiento global: las edificaciones son responsables del 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para poder cumplir con el acuerdo de París de 2018 tenemos que ir más allá de sistemas de certificación como LEED y BREEAM, hemos fomentar un enfoque holístico en el que los edificios se relacionen con la infraestructura de la movilidad, la energía y la gestión de los residuos.

La unidad de Modelmaking de la Norman Foster Foundation explora la creación de maquetas como una forma de comunicación
La unidad de Modelmaking de la Norman Foster Foundation explora la creación de maquetas como una forma de comunicación

La Fundación ha abierto debates sobre movilidad urbana, robótica o revolución digital. ¿Está cambiando la arquitectura más rápido hoy?

A la entrada de la Fundación hay una obra en neón de un amigo artista que proclama el lema de nuestra familia: “Lo único constante es el cambio”. Tal vez, la gran diferencia entre pasado y presente pasado no ea el fenómeno del cambio en sí mismo, sino que ahora los cambios son más y más rápidos.

¿Qué es lo que más disfruta de trabajar con jóvenes estudiantes?

La frescura de la libertad de pensamiento, un diálogo menos trillado y la oportunidad de aprender y compartir. En 2017, en la presentación de la Fundación ante un público mayormente joven en el Teatro Real de Madrid, me preguntaron qué consejo le daría a un recién graduado. Mi respuesta fue “que siga siendo estudiante siempre”, un consejo que yo mismo intento seguir al pie de la letra.

La sede de la Norman Foster Foundation está en Madrid. ¿Es determinante la ciudad?

Madrid es una influencia muy positiva en muchos sentidos. En sus instituciones hay una sólida tradición de arquitectura e ingeniería. Existe una excelente mentalidad colectiva, un enfoque optimista de “se puede”, tanto en la vida como en el trabajo. La ciudad es en sí misma inspiradora —se puede caminar, es agradable, luminosa, con edificios antiguos y modernos, galerías, museos y restaurantes— y todo esto tiene un efecto en la Fundación. ¿Qué más se puede pedir?   

Además de llevar a cabo proyectos de alcance internacional, la fundación Norman Foster ofrece becas y celebra talleres, foros y debates públicos
Además de llevar a cabo proyectos de alcance internacional, la fundación ofrece becas y celebra talleres, foros y debates públicos

¿Qué es lo último que ha aprendido?

El mes pasado celebramos un taller sobre robótica y los estudiantes tuvieron acceso a impresoras 3D y plástico reciclado. Sus presentaciones finales mostraron el potencial de una arquitectura inspirada en la biología de los seres humanos. Había grandes modelos de superficies translúcidas que podían integrar la estructura y los sistemas capaces de transportar información, calefacción, refrigeración, iluminación y ventilación. Me dio una visión apasionante de lo que puede llegar a ser la arquitectura del futuro. Para fortalecer mi discurso, conté que un amigo arquitecto, contemporáneo mío, me escribió una carta tras visitar uno de nuestros edificios más recientes, diciéndome cuánto le había gustado y que había cosas que quería copiar de forma inmediata. Y en una nota jocosa pero halagadora, intenté transmitir cuánto habíamos aprendido todos.

 

Imágenes cortesía de Norman Foster Foundation / Retratos por Jose Manuel Ballester