Oporto en dos días
De la tradición a la modernidad, de los barrios decadentes a las orillas vibrantes, de las bodegas a las tiendas, es la ciudad perfecta para conocer en dos días… y quedarse con ganas de volver.
Hay muchos Oportos. Hay un Oporto de la tradición, de tiempo detenido, de paredes que descascarillan las uñas del tiempo, de templos alicatados, de olor a vino que se filtra por las paredes de las bodegas. Pero también hay un Oporto de la modernidad, de la nueva arquitectura y de las voces más jóvenes que agitan las noches como centellas. Como hay también un Oporto de barrios y de vidas de diario y un Oporto para ir de compras. Sólo es una ciudad, pero es mucho más que una ciudad. Perfecta para conocerla en dos días y accesible desde solo 4.500 Avios por trayecto. Perfectos para querer volver. Como hay un Oporto real, que se pisa, se come y se huele. También hay un Oporto plagado de leyendas en el que el fado nació en sus muelles. Ese fado, un canto triste para despedir a los pescadores que partían, melancolía que hoy da pátina a casi cada rincón de la ciudad.
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1 El Oporto de los templos
La Iglesia y la Torre de los Clérigos, de estilo barroco, merecen sí o sí la visita. Sobre todo porque desde sus 75 metros de altura, tras haber subido, también eso sí, sus 225 escalones, podremos contemplar una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Desde allí, además, se llega a pocos minutos a la estación de São Bento, de comienzos del siglo XX y famosa por sus murales de azulejos.
La catedral de la ciudad, o Sé, como se la conoce, del siglo XII, es uno de los edificios más antiguos de Oporto. Situada en el barrio de Batalha, éste es, además, el edificio religioso más importante. En la plaza de la catedral, frente a la misma, hay una columna, hoy decorativa, recordatorio del largo pasado de la ciudad y de la época en la que ésta se utilizaba para ajusticiar. Además, otras dos iglesias merecen la atención. La de San Ildefonso, cuya fachada está decorada también con azulejos, en la plaza da Batalha, y a cuyo alrededor se pueden aún contemplar porciones de la muralla que rodeaba la ciudad, y la de San Francisco, bella por fuera y por dentro por sus tallas decoradas con polvo de oro.
No se puede dejar de entrar a la catedral de Oporto para ver, además de su sobrio exterior y como contraste, el contraste, su claustro gótico decorado con azulejos del siglo XIV / Imagen de hectorchristiaen:AdobeStock -
2 De barrio en barrio
Recorrer Oporto es, sobre todo, caminar y conocer sus barrios. Al hacerlo por Bairro do Barredo, callejuelas y escaleras que suben y bajan las colinas de la ciudad, se vive el Oporto más auténtico. Fachadas decadentes, balcones con ropa tendida como banderas ondeando en mástiles, mezcla de los olores de las calles y de los que salen de las casas, es esencia de la ciudad. En su paseo tenemos que asegurarnos que nos acercamos a la Torre do Barredo y a sus escaleras, sus escadas do Barredo, por las que llegar desde la parte alta del barrio hasta el río. Una vez abajo estaremos en Ribeira, orilla de Oporto del Duero, desde donde se ven algunos de los seis puentes que atraviesan la ciudad. El más famoso de ellos, el puente Luiz I, obra de Théophile Seyrig, socio de Gustave Eiffel, e icono de la ciudad. Ribeira es parte de la zona Patrimonio Cultural de la Humanidad junto al Centro Histórico, el Puente Luiz I y el Monasterio da Serra do Pilar, y el mejor sitio para pasear al atardecer. Si hemos cruzado el puente también podremos pasear, ya en Vila Nova de Gaia, por su muelle, Cais de Gaia, una de la zonas más animadas, o visitar las tradicionales bodegas de vino de Oporto que se encuentran todas a este lado del río. Desde aquí embarcaban los toneles para ser exportados.
Ribeira es parte de la zona Patrimonio Cultural de la Humanidad y el mejor sitio para pasear al atardecer -
3 El nuevo Oporto
Tres son los lugares que debemos conocer del Oporto más moderno. El primero, el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Serralves. Situado a las afueras de la ciudad, cercano a la zona de Foz, aúna arte y arquitectura contemporánea, porque la casa Serralves es el ejemplo más notable del estilo art decó. En el parque homónimo donde se ubica, el arquitecto Carlos Castanheira ha creado la pasarela Treetop Walk, un paseo de 250 metros a la altura de la copa de los árboles. El segundo, la Casa da Música, diseñada por el prestigioso arquitecto holandés Rem Koolhaas y que en sus 15 años de vida se ha convertido ya en otro icono de la ciudad. Y el tercero, WOW (World Of Wine), un complejo cultural y de ocio que rinde homenaje al vino en Vilanova de Gaia, al otro lado del Duero.
Merece la pena visitar el interior de Casa da Música para apreciar el juego de los materiales y el color que hacen tan especial a la sede de la Orquesta Nacional de Oporto / Imagen de Fotokon:AdobeStock -
4 Oporto de compras
Como la propia ciudad no es sólo una, tampoco hay un sólo Oporto de compras. En los aledaños del Mercado do Bolhão, del siglo XIX y actualmente cerrado por estar siendo rehabilitado, están A Pérola do Bolhão, tienda de alimentación de exterior art nouveau, y Confeitaria do Bolhão, para perderse en sus dulces. La calle más famosa de compras es la rua de Santa Catarina. A lo largo de su kilómetro y medio de longitud conviven comercios tradicionales y tiendas de cadenas internacionales. Pero también están locales como el encantador Café Majestic. Por último, un par de sitios ya célebres de la ciudad: Lello e Irmão, una de las librerías más bonitas del mundo y Armazem, en la zona de Miragaia, de antigüedades y artículos vintage, casi como un gabinete antiguo de curiosidades.