Comunidad Iberia Plus David López
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El Mago Pop demuestra que "Nada es imposible"

Antonio Díaz (Badía del Vallés, 1986) dice que no tiene poderes, pero cuenta los espectadores de su show, ‘Nada es imposible Broadway Edition’, por millones y los multiplica aún más en las pantallas: primero en Dmax, después en Netflix. 

Imágenes de James Rajotte

¿Cuál es la palabra que mejor te define: ilusionista, mago…?
Ilusionista. Y mira que lo digo teniendo mago en el nombre... Yo prometí que nunca me llamaría el mago no sé qué, pero es que me sucedió por accidente. Hacía un programa en Discovery Channel en el Reino Unido que se llamaba The Pop Magician y yo era el mago Antonio Díaz, pero con la traducción se puso el Mago Pop y ya se quedó como nombre artístico. Siento que "ilusionista" define mejor lo que hacemos porque al final es eso: crear ilusiones en las que el espectador sabe que no es verdad. Y el mago en cambio tiene connotaciones más misteriosas, de brujería.

Es ilusionismo no por lo que haces, sino por lo que generas…
Qué bonito… Pues sí, va en la doble dirección, por eso la palabra ilusionista me gusta mucho.

Sueles decir que cada día luchas contra el error, para que no se vea la trampa. ¿Por qué ese empeño en reconocer que hay trampa? ¿Por qué no decir que es magia?
Porque creo que es bonito no obviarlo. Si tuviera poderes lo que hago resultaría menos interesante porque sería una exhibición de mis poderes. En este caso es como una exhibición de técnicas, de mecanismos y de hallazgos que me van a permitir hacerte ver, y en directo, algo que no existe. Eso me parece fascinante. A muchos magos no les gusta la palabra truco. A mí me encanta.

¿Y todo eso no son poderes?
De alguna manera, sí… Hay quien dice que en el momento que me ves volar es que estoy volando, a pesar de que yo sepa que no.

“A muchos magos no les gusta la palabra truco. A mí me encanta”

¿Qué porcentaje del éxito de un truco lo ponen los espectadores?
Buf, diría que el 90 o el 95 por ciento. La magia está en ellos, en lo que ellos sienten. Y en la magia, además, se va retroalimentando: cuando ves al de al lado flipando, tú lo flipas más. Es un espectáculo que sucede en platea que es más interesante que el del escenario.

¿Te quedas con la reacción de los niños o con la de los adultos?
Antes te hubiera dicho que mi público favorito era el de mi edad o un poco mayor. Ahora son niños y ancianos. Y la combinación de ambos, sobre todo. Con los niños sucede algo: valoran mucho las reacciones de los adultos y, cuando ven que flipan, alucinan el doble porque ellos se piensan que sus padres lo saben todo y esto no lo comprenden. Y en los ancianos, igual, porque han visto tantas cosas y aquí hacen un viaje a la niñez...

Este espectáculo se titula Broadway Edition. ¿Para cuándo Broadway? 
Para octubre del año que viene. Hasta julio estoy en Madrid, luego voy a Barcelona, al Teatre Victoria y en otoño del 2023 a Nueva York.

¿Cuesta más llegar allí siendo español o la magia no tiene fronteras?
Es algo que nunca ha sucedido. Hay muy pocos ilusionistas, por no decir ninguno, yo creo, que no sean americanos que hayan estado en Broadway. Ha habido poco espacio para la magia en Broadway.

¿Cómo es el proceso de creación de un truco y cuánto dura?
Depende del truco. Todo nace en una idea que suele venir, en mi caso, de una canción o de un hallazgo, de un juego que creo que se merece estar en el espectáculo. Pero soy mucho de hacerlo como cuando era niño: ponerme en una habitación, con música, imaginármelo… Después me reúno con el equipo, que lo forman unas 10 personas, y hacemos lluvia de ideas y nos enfrentamos al desafío. Y luego empezamos los ensayos. Un juego puede tardar un año o dos en entrar en el espectáculo. Porque, además, si entra uno nuevo, otro sale, así que intentamos que salga el que consideramos el más flojito para meter uno más fuerte e ir mejorando el espectáculo.

Soñabas desde niño con volar. Era tu gran reto. Ahora que lo has conseguido en este espectáculo, ¿cuál es el siguiente sueño?
Artístico, que nos vaya bien en Broadway. Pero a nivel del espectáculo, mi ilusión es dar con algún juego que sea un acontecimiento, que merezca la pena pagar la entrada sólo por ese juego: hacer la ilusión más bestia que se haya hecho nunca.

¿Dónde desapareces cuando necesitas hacerlo? ¿Cuál es tu destino mágico?
Pues hay varios, pero como estoy hablando mucho de Nueva York, diría ése. Me encanta acudir de forma periódica para ver los mejores musicales del mundo. Es una ciudad con una oferta como ninguna.